En su mensaje a los participantes, Francisco afirma que «la Protección de los Menores se convierta cada vez más en una prioridad ordinaria de la actividad educativa de la Iglesia; que sea la promoción de un servicio abierto, fiable y autorizado, en firme contraste con toda forma de dominación, desfiguración de la intimidad y silencio cómplice».
Formación para erradicar la cultura de la muerte
«El proceso de conversión requiere urgentemente una formación renovada de todos los que tienen responsabilidades educativas y trabajan en ambientes con menores, en la Iglesia, en la sociedad, en la familia. Sólo así será posible erradicar la cultura de la muerte que conlleva toda forma de abuso sexual, de conciencia o de poder. Si el abuso es un acto de traición a la confianza, que condena a muerte a quien lo sufre y genera profundas grietas en el contexto en el que se produce, la prevención debe ser un proceso permanente de promoción de una fiabilidad siempre renovada y cierta hacia la vida y el futuro, con la que los menores deben poder contar».
Confianza y esperanza en los jóvenes
El Santo Padre también dirige su mirada de confianza y esperanza, a los muchos jóvenes que forman parte de este proyecto y precisa que «son sobre todo ellos los que nos piden un paso decisivo de renovación frente a las heridas de los abusos encontrados en sus compañeros. La contribución de los jóvenes, por lo tanto, será inestimable para reconocer las situaciones de riesgo y para llamar con valentía a toda la comunidad a su responsabilidad en la protección de los menores».
