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Vaticano

El Papa Francisco en la Audiencia General: «A ejemplo de José, pasar de las lógicas del enamoramiento al amor maduro»

El Papa Francisco, en su catequesis del primer miércoles de diciembre y continuando con su reflexión sobre la figura de san José, quiso dar un mensaje a todos los novios. Lo hizo profundizando en características del padre adoptivo de Jesús: su ser “justo” y “desposado de María”.

La importancia de sentirse necesitados de la ayuda de Dios

«¡Qué importante es para cada uno de nosotros cultivar una vida justa y al mismo tiempo sentirnos siempre necesitados de la ayuda de Dios, para poder ampliar nuestros horizontes y considerar las circunstancias de la vida desde un punto de vista diferente, más amplio!. La tentación es encerrarnos en ese dolor, en ese pensamiento de las cosas no agradables que nos han pasado. Y eso no es bueno. Eso lleva a la tristeza y a la amargura. El corazón amargado es muy feo».

Hay que pasar del enamoramiento al amor maduro

«Amar de hecho no es pretender que el otro o la vida corresponda con nuestra imaginación; significa más bien elegir en plena libertad tomar la responsabilidad de la vida, así como se nos ofrece. Es por esto por lo que José nos da una lección importante, elige a María “con los ojos abiertos”».

No terminar el día sin hacer las paces: la guerra fría del día después es peligrosa

El Santo Padre indicó que «los novios cristianos están llamados a testimoniar un amor así, como el de los padres de Jesús, que tenga la valentía de pasar de las lógicas del enamoramiento a las del amor maduro. Se trata de una elección exigente que, en lugar de aprisionar la vida, puede fortalecer el amor para que perdure ante las pruebas del tiempo».

«El amor de una pareja va por la vida y madura cada día. El amor del noviazgo es un poco -si se me permite decirlo- romántico. Lo han vivido todos, pero luego llega el amor maduro, el de todos los días, el del trabajo, la llegada de los hijos… Y a veces ese romanticismo desaparece un poco, ¿no? Pero, ¿no hay amor? Sí, pero un amor maduro. “Pero sabe, padre, que a veces nos peleamos…” Esto ha sucedido desde los tiempos de Adán y Eva hasta hoy, ¡que los esposos se peleen es el pan nuestro de cada día! “Pero no deberíamos discutir…” Sí, hay que hacerlo. Se hace. No digo que se deba, pero se puede. “Y Padre, pero a veces levantamos la voz…” – “Eso pasa”. “Y a veces los platos también vuelan” – “Eso pasa”. Pero, ¿cómo lo hacemos para que no dañe la vida del matrimonio? Escuchen con atención: nunca terminen el día sin hacer las paces. Nos hemos peleado, te he dicho cosas malas, Dios mío, te he dicho cosas malas. Pero ahora el día termina: tengo que hacer las paces. ¿Saben por qué? Porque la guerra fría del día siguiente es muy peligrosa. No permitan que el día después comience una guerra. Por eso, hagan las paces antes de irse a la cama. “Pero padre, usted sabe que no sé cómo expresarme para hacer las paces después de la situación tan mala que hemos vivido”. Es muy fácil: haz esto (un gesto) y la paz ya está hecha. Pero recuerden siempre. Recuerda siempre: nunca terminar el día sin hacer las paces. Y esto les ayudará en la vida matrimonial».



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