De esta forma, el Papa ha explicado que «una de las principales novedades de la enseñanza de Jesús» es la que «establece dos fundamentos esenciales para los creyentes de todos los tiempos: El primero es que la vida moral y religiosa no puede reducirse a una obediencia ansiosa y forzada, sino que debe tener como principio el amor. El segundo es que el amor debe tender juntos e inseparablemente hacia Dios y hacia el prójimo».
«Quien no ama a su hermano, no puede amar a Dios»
El Papa ha citado al apóstol Juan para afirmar que: «Quien no ama a su hermano, a quien ve, no puede amar a Dios a quien no ve», y utiliza este planteamiento para concretizar cómo se realiza y expresa el mandamiento del amor: «El amor por Dios se expresa sobre todo en la oración, en particular en la adoración. Y el amor por el prójimo, que se llama también caridad fraterna, está hecho de cercanía, de escucha, de compartir, de cuidado del otro». El Papa puntualizó que una falta para con el amor es el hecho de que «a veces no tenemos tiempo para consolar al otro, pero sí tenemos tiempo para comentar, para chismear sobre él».
Francisco ha asegurado que «es Jesús quien nos ayuda a ir a la fuente viva y que brota del amor. Tal fuente es Dios mismo, para ser amado totalmente en una comunión que nada ni nadie puede romper». Esta comunión es frágil y hay que fortalecerla para que «no se deje esclavizar por los ídolos de este mundo».
Al finalizar su reflexión, el Papa ha pedido la intercesión de María para que «nos abra el corazón para acoger el “mayor mandamiento”, el doble mandamiento del amor, que resume toda la ley de Dios y de la que depende nuestra salvación».
