El papa Francisco se ha reunido en la catedral de San Pedro y San Pablo, durante su visita apostólica a Mongolia, con los líderes de la Iglesia católica local —el obispo, sacerdotes, religiosos y demás agentes de pastoral— a los que ha recordado que la Iglesia es pobre y que no tiene una agenda política.
«El Señor Jesús, cuando envió a los suyos en el mundo, no los mandó a difundir un pensamiento político, sino a testimoniar con la vida la novedad de la relación con su Padre. La Iglesia que nace de este mandato es una Iglesia pobre, que se apoya solo sobre una fe genuina», ha apuntado.
También ha dicho que «los gobiernos y las instituciones seculares no tienen nada que temer de la acción evangelizadora de la Iglesia». «No tiene ninguna agenda política que sacar adelante, sino que solo conoce la fuerza humilde de la gracia de Dios y de una Palabra de misericordia y de verdad, capaz de promover el bien de todos», ha agregado.
En este sentido, ha subrayado que Cristo dio a la Iglesia una estructura que recuerda la armonía entre los distintos miembros del cuerpo humano. Así, les invitó, por ejemplo, a ver al obispo «no como un mánager, sino como la imagen de Cristo que reúne y guía al pueblo». Y ha defendido la unidad en la Iglesia, no como una cuestión de orden y respeto, sino como «de fe y de amor al Señor» y, por eso, es importante que todos los componentes eclesiales «se aglutinen alrededor del obispo, construyendo esa comunión sinodal que ya es anuncio y que tanto ayuda a inculturar la fe».
Ha invitado a todos a estar siempre cerca de la gente, atendiéndolos, aprendiendo su lengua, respetando y amando su cultura, no dejándose tentar por las seguridades mundanas, sino permaneciendo firmes en el Evangelio. Esto es: «Sencillez y cercanía, sin cansarse de llevar a Jesús los rostros y las historias que encuentran, los problemas y las preocupaciones, gastando tiempo en la oración cotidiana, que les permitirá mantenerse en pie ante el cansancio del servicio y a alcanzar de Dios la esperanza que hemos de llevar a los corazones de cuantos sufren».
Volver a Jesús
Tras hacer un recorrido por la historia del cristianismo en el país, vivido con más intensidad los últimos 30 años, Francisco ha animado a los sacerdotes, consagradas y laicos a seguir con la ingente labor que realizan en favor del pueblo mongol.
Pero les ha advertido de que no deben dejar de beber de la fuente, a acudir a la presencia de Jesús, a adorar y orar. «Sin esto, las fuerzas van menguando y el compromiso pastoral corre el riesgo de quedar en una estéril prestación de servicios, en un sucederse de tareas que se deben hacer, pero que terminan por no trasmitir nada más que cansancio y frustración».
«Hermanos, hermanas, no tengan miedo de los números reducidos, de los éxitos que no llegan, de la relevancia que no aparece. No es este el camino de Dios. Miremos a María, que en su pequeñez es más grande que el cielo, porque ha acogido a aquel que ni el cielo ni lo más alto del cielo puede contener», ha concluido.