El obispo de Getafe, Ginés García Beltrán, ha sido el primero de los obispos que participarán en este nuevo espacio de TRECE «Camino de Pascua». En su alocución, el obispo ha hablado de la preparación durante estos cuarenta días para celebrar la memoria de la resurrección del Señor en la noche santa de la Pascua, en la que también renovaremos la gracia y los compromisos de nuestro bautismo.
Un tiempo que es «un verdadero catecumenado que nos lleva a la fuente misma de la fe, de la que bebemos en la celebración de los misterios de la pasión, muerte y resurrección del Señor». De aquí, dice el prelado, «que toda la liturgia de la cuaresma sea un verdadero camino catecumenal para todos, también para los ya bautizados que celebraremos los misterios más importantes de nuestra fe en la Semana Santa». La Palabra de Dios de cada domingo, junto con las oraciones y los signos litúrgicos en general, «nos ayudan a recorrer este camino al tiempo que marcan las etapas que debemos realizar hasta la renovación del bautismo».
Todos necesitamos convertirnos, ha expresado, «y la conversión no es cuestión de un momento, no es un hecho puntual, sino que es un proceso que abarca toda la vida».
Las tentaciones
Ante los problemas sociales, como el hambre y otros que afectan a lo humano, «los hombres somos especialmente sensibles». Nadie duda que la fe nos tiene que llevar a saciar el hambre de los hombres, y a hacer que cada uno viva según la dignidad que le es propia, pero la cuestión es: «¿Cuál es el camino para llegar ahí ¿no es acaso descubrir la lógica del don, redescubrir nuestra condición de hijos, y, por tanto, de hermanos? La respuesta de Jesús: “no solo de pan vive el hombre, sino de toda palabra que sale de la boca de Dios”». Esta respuesta, ha explicado García Beltrán, «no es una huida, sino el camino que lleva a la práctica de la verdadera caridad, que nunca es un derecho, sino un don, porque Él nos amó primero. No es cuestión de mérito sino de gracia siempre inmerecida».
«Vivir como hijos»
Por otro lado, la tentación del poder a costa de lo que sea, «incluso de adorar el mal, es, sin duda, la más trágica de las tentaciones». Es la tentación de utilizar los medios que sean «para estar bien, para sentirme bien«, ha reflexionado el obispo. «Es el rechazo del sufrimiento y de la debilidad como camino de salvación que trata de poner a Dios al servicio del poder, ya sea político, económico, mediático, incluso religioso. Esta tentación es una llamada a la misma Iglesia para que no se convierta en una instancia de poder, de dominio sobre los hombres».
Por eso, Jesús nos enseña que la victoria sobre las tentaciones no está en no tenerlas, o en ignorarlas, «sino en vivir como hijos. Vivir en el amor filial nos hace vencer cualquier tentación».
En definitiva, «nuestra vida, en efecto, mientras dura esta peregrinación, no puede verse libre de tentaciones; pues nuestro progreso se realiza por medio de la tentación y nadie puede conocerse a sí mismo si no es tentado, ni puede ser coronado si no ha vencido, ni puede vencer si no ha luchado, ni puede luchar si carece de enemigo y de tentaciones».
