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El Mensaje de Nuestra Señora de Fátima. Selección textual de la homilía de San Juan Pablo II

El Mensaje de Nuestra Señora de Fátima. Selección textual de la homilía de San Juan Pablo II

Selección textual de la homilía de San Juan Pablo II en Fátima 13-5-1982 (itpo)

«”Convertíos y creed en el Evangelio” (Mc 1, 15)[i], así dice el Mesías a la humanidad. El mensaje de Fátima[ii] es en su núcleo fundamental una llamada a la conversión, como en el Evangelio[iii]. Es una llamada maternal y, a la vez, enérgica y hecha con decisión. La caridad, que “se complace en la verdad” (1Co 13, 6), sabe ser clara y firme. El llamamiento a la penitencia se une, como siempre, con la llamada a la plegaria. La Señora del mensaje de Fátima indica el Rosario, que justamente puede definirse como “la oración de María”, la plegaria en la que ella misma reza con nosotros. En esta oración se incluyen los problemas de la Iglesia, los de la Sede de Pedro y los del mundo entero[iv].

Cuando Jesús dijo en la cruz: “Mujer, he ahí a tu hijo” (Jn 19, 26), abrió de un modo nuevo el Corazón de su Madre, el Corazón Inmaculado, y le reveló la nueva dimensión y el nuevo alcance del amor al que era llamada en el Espíritu Santo en virtud del sacrificio de la cruz[v]. A la luz de este amor materno comprendemos el mensaje de Fátima. Si lo que más se opone al camino del hombre hacia Dios es el pecado, la permanencia en el pecado y, finalmente, la negación de Dios, ¿cómo es posible que la Madre, que con toda la fuerza de su amor desea la salvación de todos los hombres, pueda callar ante lo que socava las bases mismas de esta salvación?[vi]. Por eso el mensaje de Fátima, tan maternal, es, a la vez, tan vigoroso y decidido. Invita a la penitencia, advierte, llama a la oración. Este mensaje se dirige a todos. El amor de la Madre del Salvador llega dondequiera que llega la obra de la salvación.

Con la fuerza de la Redención el mundo y el hombre han sido consagrados, han sido confiados al que es infinitamente Santo, han sido ofrecidos y entregados al mismo Amor, al Amor misericordioso. La Madre de Cristo nos exhorta a unirnos a la Iglesia del Dios vivo en esta consagración, en este acto de entrega mediante el cual el mundo y todos y cada uno de los hombres se ofrecen al eterno Padre en el Corazón traspasado del Redentor. La fuerza de la redención supera infinitamente toda especie de mal existente en el hombre y en el mundo. El Corazón de la Madre es consciente de ello. Y por este motivo llama, llama no solo a la conversión, nos llama para que nos dejemos ayudar por ella, que es Madre, y volver así de nuevo a la fuente de la Redención»[vii].

 

 

[i] Cf Exhort. Ap. Reconciliatio et paenitentia 2-12-1984 1: «Hablar de Reconciliación y Penitencia es, para los hombres y mujeres de nuestro tiempo, una invitación a volver a encontrar –traducidas al propio lenguaje– las mismas palabras con las que Nuestro Salvador y Maestro Jesucristo quiso inaugurar su predicación: “Convertíos y creed en el Evangelio” (Mc 1, 15), esto es, acoged la Buena Nueva del amor, de la adopción como hijos de Dios y, en consecuencia, de la fraternidad».

[ii] Ha dicho antes: «La Iglesia ha enseñado siempre y sigue proclamando que la revelación de Dios ha sido llevada a cumplimiento en Jesucristo, el cual es su plenitud, y que “no hay que esperar otra revelación pública antes de la gloriosa manifestación de Jesucristo nuestro Señor” (DV 4). La misma Iglesia valora y juzga las revelaciones privadas según el criterio de su conformidad con la única revelación pública. Así, si la Iglesia ha acogido el mensaje de Fátima es sobre todo porque contiene una verdad y una llamada que, en su contenido fundamental, son la verdad y la llamada del Evangelio mismo».

[iii] Dice también: «El contenido de la llamada de Nuestra Señora de Fátima está radicado tan profundamente en el Evangelio y en toda la tradición, que la Iglesia se siente comprometida con este mensaje. La misma Iglesia ha dado una respuesta por medio del siervo de Dios Pío XII, que quiso consagrar al Inmaculado Corazón de María el género humano…

La invitación evangélica a la penitencia y conversión, expresada con las palabras de la Madre, es siempre actual…

Ante la Santa Madre que engendró al Hijo de Dios, ¿cómo se presenta hoy, en su santuario de Fátima, Juan Pablo II, sucesor de Pedro y continuador de la obra de Pío, de Juan y de Pablo?… Se presenta con trepidación…, porque ve cuántos hombres, cuántas sociedades y cuántos cristianos están yendo en dirección opuesta a la indicada en el mensaje de Fátima… Se presenta aquí también como testigo de los inmensos sufrimientos del hombre… Y trata de abrazarlos con su débil corazón humano; mientras se pone frente al misterio del Corazón: del Corazón de la Madre, del Corazón Inmaculado de María…

Así, si por un lado el corazón se siente oprimido…, por otro, el mismo corazón se abre a la esperanza, al realizar una vez más lo que han hecho mis predecesores: es decir, entregar y confiar el mundo al Corazón de la Madre… Este acto quiere significar entregar y confiar el mundo a Aquel que es Santidad infinita. Esta Santidad significa redención, significa amor más poderoso que el mal. Jamás un “pecado del mundo” podrá superar este Amor» (10-11).

[iv] Añade: «Además, se recuerda a los pecadores, a fin de que se conviertan y se salven, y a las almas del purgatorio… El amor materno (de María)… abarca todos los caminos del hombre hacia Dios: el que conduce a través de la tierra y el que va, a través del purgatorio, más allá de la tierra» (6-7).

[v] Dice también: «El Corazón Inmaculado de María, abierto por las palabras “Mujer, he ahí a tu hijo”, se encuentra espiritualmente en el Corazón del Hijo, abierto por la lanza del soldado. El Corazón de María ha sido abierto por el mismo amor hacia el hombre y el mundo, con el que Cristo ha amado al hombre y al mundo, ofreciéndose a Sí mismo por ellos en la cruz, hasta aquella lanzada del soldado» (8).

[vi] Dice también: «La solicitud de la Madre del Salvador se identifica con la solicitud por la obra de la salvación: la obra de su Hijo. Es la solicitud por la salvación, por la salvación eterna de todos los hombres» (7).

[vii]San Juan Pablo II, Homilía en el santuario de Fátima 13-5-1982. Dice también: «Vengo hoy aquí porque exactamente en este mismo día del mes, el año pasado, en la plaza de San Pedro en Roma, tuvo lugar el atentado contra la vida del Papa, coincidiendo misteriosamente con el aniversario de la primera aparición en Fátima, acaecida el 13 de mayo de 1917. Estas fechas se han cruzado entre sí de tal modo que me ha parecido reconocer en ello una llamada especial a venir aquí… Gracias al Señor no fuimos aniquilados (cf Lm 3, 22), repito una vez más con el profeta» (4).

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