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Opinión

“El libro de la paz interior”, de Sor Isabel Guerra

“Este libro recoge mis pinturas y mis pensamientos reflejados en forma de oración serena. La conjunción de ambos pretende acercarnos a la Belleza y a la Luz. El símbolo de la luz está presente en el lenguaje religioso universal”.

Libro paz interior de Isabel Guerra

Son palabras de la autora del libro que presentamos hoy. Son palabras suficientemente clarificadoras de un libro, que, según la editorial que lo ha publicado es un “libro original, valiente y conmovedor, lúcido y sereno, dirigido a católicos, cristianos, agnósticos e incrédulos, que supera la actualidad presente por la profunda armonía, compromiso y fe que transmite”.

         Y para abundar en la definición de la obra, de nuevo nos sirven espléndidamente las palabras de su autora en el mismo pórtico del libro: “Entrego aquí nada más allá que hojas sueltas de mis ratos de oración”.

Pinturas y mensajes

         Esto es, pues, lo que el lector se va a encontrar en “El libro de la paz interior. Pinturas y mensajes”, de la monja pintora, de la madrileña cisterciense en Zaragoza Isabel Guerra. La editorial barcelonesa Styria es la responsable de una cuidada, hermosa y exitosa edición y publicación de un libro singular, distinto y tan bello.

         A través de cuarenta y ocho de sus cuadros, Sor Isabel Guerra nos introduce en la estética combinada de su pincel y de su pluma, en definitiva, de su mirada y de su corazón creativo de pintora excepcional y de creyente también extraordinaria. O dicho de modo más directo y llano el libro es una selección de pinturas con su correspondiente explicación y reflexión.

         Sor Isabel Guerra Peñamaría nació en Madrid en 1947. Pinta desde los 11 años y su formación ha sido autodidacta. Pasó largas horas de su adolescencia y juventud primera contemplando los cuadros del Museo del Prado de Madrid, donde se “enamoró” de Velázquez. Con 23 años se hace monja cisterciense en el Monasterio de Santa Lucía de Zaragoza. Desde entonces allí “ora” y “labora”.

          A partir de 1960 ha realizado más de 20 exposiciones individuales y otras tantas colectivas. Ha recibido numerosos premios y condecoraciones y es uno de los grandes pintores españoles de la actualidad.

Una pintura y un libro ungidos

         Sor Isabel Guerra ha sido calificado, con razón, como “la pintura de la luz”. De la luz y de la mirada. De la luz, de la mirada y de la paz. De la luz, de la mirada, de la paz y la búsqueda interior. Abundan en el libro los bodegones, los paisajes, los retratos de personas en soledad sonora y en camino búsqueda, oteando ya el encuentro.

         La pintura y la literatura de Sor Isabel rezuman, en efecto, luz y contemplación, belleza y profundidad, mensaje e interpelación, paz y esperanza. Es inequívoco testigo de la trascendencia y su pintura transciende y transmite la verdad. Es retratista sin par, especialmente de muchachas. Y, a la vez, retrata también con destreza y hasta unción las cosas, las realidades más sencillas y cotidianas de la vida como los vasos, las jarras, las sillas, las mesas la fruta, el tintero, las flores, el candil….

         En cinco capítulos se divide este libro-álbum, este libro-catálogo, este libro-testimonio. El primero de ellos está dedicado a la luz, el segundo a la presencia de Dios, el tercero al sentido del amor, el cuarto al trinomio vida-alegría-esperanza y el quinto lleva por título “Encuentro con la infinita belleza”.

         “El libro de la paz interior” es un libro ungido de palabras y de imágenes y ungido de espiritualidad, de armonía, de belleza y -valga la redundancia de su título- de paz.

Rezar pintando y pintar rezando

         Pintora de la vida cotidiana, de silencios y paisajes del alma, Sor Isabel Guerra siluetea con sus pinceles el camino del encuentro con uno mismo y con Dios. Los trazos de su pintura hiperrealista son intimista y a la vez testimoniales: hablan desde el silencio, muestran la luz desde la penumbra, siembran la paz desde la interpelación, transmiten la ternura desde la timidez y nos devuelve el gozo de contemplar y hallar en la vida y en las personas de cada día el sentido y el rostro en primicia y en lontananza de la eternidad.

         Leyendo el libro y, sobre todo, viéndolo no se sabe si Sor Isabel Guerra reza y trabaja -pintando, se sobrentiende- o si ya para ella la oración y el trabajo se han fundido en armoniosa y fecunda realidad. La vida del monje y de la monja es “ora et labora” y Sor Isabel ora pintando y labora orando. Su oración se llena de cuadros y sus cuadros están impregnados de oración.

         No nos cabe sino recomendar sincera, entusiasta y cordialmente este libro singular y distinto, todo un ejercicio de lirismo a través de la poesía de sus pinturas. Y, por supuesto, dar las gracias y felicitar a Sor Isabel por este regalo tan extraordinario y hermoso.



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