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El Cardenal Rouco preside Laudes y celebración penitencial en Fátima en la presentación de Misión Madrid

Dos actos marcaron la mañana del los peregrinos madrileños en el Santuario de Fátima el sabado, segundo día de la Peregrinación del Arzobispado de Madrid que -en la expresión de Mons. Joaquín Martín Abad, Vicario episcopal para la Vida Consagrada-  escogió Fátima “por el espíriritu de conversión”, pues para evangelizar hay que convertirse primero, y la Misión Madrid comienza “con esta peregrinación que nos coloca en actitud de conversión y penitencia” según el mismo Mons. Martín Abad.

Los actos de la mañana -luminosa y con un clima estupendo- fueron el rezo de los Laudes y la celebración penitencial. Fueron ambos presididos por el Cardenal Arzobispo de Madrid, Don Antonio María Rouco Varela, acompañado de sus Obispos auxiliares, D. Fidel Herraez y D. Cesar Franco. En su homilía durante  Laudes el Cardenal comentó la Fiesta  de los Santos Arcángeles Miguel, Gabriel y Rafael. “Ellos nos van acompañando a lo largo de la peregrinación de nuestra propia vida. Pidamos a la Virgen de Fátima que ella nos ayude en esta peregrinación de la vida de cada uno”.

 

En las palabras que pronunció en el Acto Penitencial el Cardenal entre otras cosas señaló que: “por el pecado mortal se pierde la gracia santificante. Quien peca mortalmente no deja de ser cristiano naturalmente pero se aparta del plano de Dios. El cristiano se reconoce pecador. Esta mañana debemos aprovechar para reconocernos pecadores. Podemos aprovechar este tiempo para hacer un análisis de como está nuestra alma. Estamos viviendo un momento de llamada. La misma Iglesia quiere renovarse pero ella no podrá renovarse si sus hijos no se renuevan. Quien no se reconoce pecador nunca será de Dios y nunca entenderá la misericordia de Dios. Reconocerse pecador supone reconocer que se ha actuado mal y querer salir de esas situación para poder evangelizar, ya renovados, para lo cual podemos confesarnos después de tener propósito de enmienda, dolor de los pecados y contrición de corazón. Si no hay una renovación profunda de las almas se construye sobre aren. Es necesaria una renovación del alma y del espíritu”.

 

En la oración inicial de la celebración el Cardenal recordó que: “Dios es amor, gracia y perdón. Dios es fiel a su pueblo y por eso está siempre dispuesto a perdonar y a darnos una nueva oportunidad. Está deseando nuestro retorno. Mas aún, nos sale al encuentro. El siempre lleva en esto la iniciativa. El, nos ha traído aquí para darnos un abrazo de paz, restablecer de nuevo nuestra plena comunión con la Iglesia. Por eso la Misión Madrid ha comenzado con esta peregrinación a Fátima y con esta celebración que nos mueve a la conversión y a la penitencia”.

Una gran cantidad de sacerdotes del Santuario de Fátima y de la Archidiócesis de Madrid atendieron durante todo el día en confesión a los peregrinos.

Es una crónica de José Alberto Rugeles Martínez



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