«Yo siempre digo que mi mejor definición es ser «cura de pueblo»: ya está. El «cura del pueblo» es el que comparte con la gente sus penas y alegrías». Así se definía el cardenal Juan José Omella justamente hace un año, el 3 de marzo de 2020, cuando la Asamblea Plenaria le elegía como presidente de la Conferencia Episcopal Española.
«El que camina a su lado, pero también merienda con ellos y reza con ellos. El que los va a visitar. El que va a la compra y se encuentra a una vecina y le pregunta por cómo está su marido enfermo. Es ese tú a tú lo que nos marca, lo que nos hace ser cercanos. Eso lo facilita el haber nacido en un pueblo pequeño, también es verdad».
Su «programa» era y así ha sido, el del diálogo y la colaboración. El cardenal, que hace unos días realizó la visita de rigor al rey Felipe VI, quiere tender puentes y así lo demuestran los diálogos con diferentes personas del Gobierno



Para el cardenal Juan José Omella, «la Iglesia tiene que trabajar en una línea de amor y decir la verdad. En lo relativo a los temas más sociales, la postura de la Iglesia debe ser la de decir «por aquí no vamos bien» cuando corresponda, pero siempre con amor. Hay que ser como los padres, que dicen la verdad, pero con amor». Durante este año, año de pandemia, marcado por el sufrimiento, la Iglesia católica en España ha podido ponerse en salida. Tras la Asamblea Plenaria de marzo de 2020, el confinamiento llamaba a nuestra puerta y las miles de parroquias de nuestro país cerraron las puertas al culto y las abrieron a la acogida a tantas personas que necesitan de lo más básico para subsistir.

Esta presidencia está marcada desde sus inicios por la covid-19, y la crisis sanitaria, económica y social que Omella plasmó en su primer discurso como presidente de la CEE, en la reunión de la Asamblea Plenaria de finales del pasado mes de noviembre, por primera vez celebrada de forma presencial y telemática. Un mensaje en el que dio las claves del trabajo pastoral de los obispos españoles para los próximos meses, que contemplan retos como el pacto educativo global, la defensa de la dignidad de la vida y la aprobación de la Ley de la Eutanasia o la atención a los migrantes. «Hoy nos encontramos en una grave situación de la que saldremos si aprendemos a acoger al Espíritu de Dios, si nos disponemos a acoger y seguir sus inspiraciones. Si seguimos sus consejos, renaceremos juntos, y pondremos cada uno lo mejor de nosotros mismos para el bien de toda la humanidad», aseguró el purpurado.
