La terrible pandemia que está sufriendo España, cual jinete de muerte apocalíptico desbocado, está afectando muy especialmente también a los niños, adolescentes y jóvenes que están cursando sus estudios encerrados en sus casas, por un confinamiento al parecer sine die. Próximo a finalizar el curso 2019-20, la confusión general se está instalando en todo la comunidad educativa, cuestiones como: fin de curso, formas de exámenes presenciales, o en casa, aprobado general sin exámenes, repetición, deberes en casa en tiempos de pandemia, y otras cuestiones que debido al Covid-19 afectan a la esencia y al funcionamiento de sistema educativo. Frente esto, a algunos dirigentes políticos, como la actual responsable de educación sólo parece interesarles ideologizar al máximo la educación, que para ella debe ser única, pública y laica, todo lo contrario del que garantiza la Constitución en su artículo 27.Pero lo más preocupante no es que los políticos se desentiendan de la educación, sino que la sociedad, coloque la educación en un puesto muy relegado de su preocupaciones, octavo lugar. La necesidad de un pacto educativo entra dentro de las prioridades de lo que se llama pacto, puro eufemismo, para la reconstrucción nacional. Este pacto educativo tiene que estar basado y fundamentado en la participación de todos los agentes educativos, especialmente las familias porque son los padres los últimos responsables de la educación de sus hijos, por esos los centros concertados deben ser escuchados y respetados en sus justas exigencias de libertad y calidad educativas y no verse sometidos a descalificaciones y acusaciones tendenciosas y sectarias cuyo único fin es hacerla imposible por ahogamiento económico.
La reforma educativa, después de la tragedia del Convid-19, debe ser aún más profunda por varias razones: la tasa de paro juvenil, que en España bate records europeos, más de un 35% por cierto de jóvenes se encuentran en el paro, aumentará, el fracaso escolar, según cualificados expertos, se acentuará. La reforma educativa debe basarse en mejorar los aspectos didácticos, sobre los ideológicos, que son los priman en la actualidad en la infantil, primaria y secundaria. La educación debe estar al servicio del educando en todas sus dimensiones tanto la transcendente religiosa si así lo deciden los alumnos o en su caso los padres. La educación debe estar basada en formar personas y ciudadano que puedan integrarse en el mercado laboral complicas En la cultura del esfuerzo, la excelencia. El pasar curso u obtener títulos de bachillerato con asignatura pendientes en nada favorece al alumno sino todo lo contrario. A los jóvenes actuales les espera un mundo laboral, que muy poco tiene que ver con los que hoy aprenden en las aulas. De ahí la necesidad de un sistema educativo que contemple la necesidad de adaptar la educación al entorno digital que se impone de forma continuada en los sectores más dinámicos de la sociedad. La Formación Profesional Dual es más necesaria hoy que nunca y debe ser una reforma prioritaria para la mejora del sistema educativo. De no ser así las jóvenes mejor preparados de verán obligadas a la emigración, al desempleo a la precariedad laboral. No es mucho pedir a los responsables políticos que abandone sus prejuicios ideológicos y lleguen a consensuar un modelo educativo duradero y eficaz. Por eso la reforma del sistema educativo en serio no admite demoras injustificadas por mantenerse en el poder como sea y a cualquier precio.
