Monseñor José Ignacio Munilla, obispo de San Sebastián, abordó en la homilía de la fiesta de la Virgen de Aránzazu, el 9 de septiembre, la polémica suscitada este verano a propósito de la excarcelación por graves razones de salud –enfermedades incurables o terminales– de presos etarras. Sin demagogia de ningún género y desde el Evangelio, el prelado recordó principios esenciales e imprescindibles para una valoración cristiana de una situación tan delicada como esta.
En sustancia, monseñor Munilla realizó cinco grandes afirmaciones, que se han de leer todas y en su conjunto. Así, denunció la manipulación política del principio humanitario de la excarcelación por las citadas razones, cuya negación indiferenciada «no sería aceptable». El obispo donostiarra volvió a reclamar de los presos la condena y el arrepentimiento por sus tan nefandos crímenes. Y tras reconocer que «tenemos todavía un gran déficit en el acompañamiento a las víctimas del terrorismo, que sufren las consecuencias del horror que padecieron», fue al fondo de la cuestión con esta interpeladora pregunta: «¿Son conformes con el sentir cristiano y con la misma ética determinadas expresiones del siguiente tenor: “¡Que se mueran en la cárcel, que se lo tienen bien merecido!”?…».
Y es que es el Evangelio –y no líderes políticos, sociales o mediáticos o la venganza– quien debe guiarnos a los cristianos en todos los aspectos, ámbitos y circunstancias de la vida. Y la Palabra de Dios, como recordó en su homilía el obispo, pide que «no te dejes vencer por el mal; antes bien, vence al mal con el bien» (Rm 12, 21).

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