Del 25 al 29 de enero y con ocasión de la semana por la Paz y la No Violencia CONFER ha presentado esta campaña «con el fin de promover una cultura de la hospitalidad acorde con los criterios del Evangelio». Con la llamada del Papa Francisco, «que pide dar respuesta a las necesidades de los más vulnerables y a la profunda crisis global que vivimos fruto también de una cultura del descarte», invitan a que pueda vivirse en el seno de nuestras comunidades religiosas, parroquiales y en el conjunto de la sociedad civil «una serie de encuentros que transformen vidas».
Tal y como expresan el consejo asesor de CONFER Migraciones, «recientemente el Santo Padre publicaba la Encíclica Fratelli Tutti dedicada al tema de la fraternidad universal y la amistad social. Las líneas que siguen impulsan el sentido de esta campaña y de nuestro quehacer como vida religiosa, al reconocer que “el servicio es en gran parte, cuidar la fragilidad. Servir significa cuidar a los frágiles de nuestras familias, de nuestra sociedad, de nuestro pueblo. En esta tarea cada uno es capaz de dejar de lado sus búsquedas, afanes, deseos de omnipotencia ante la mirada concreta de los más frágiles”».
Cultura de la hospitalidad
La campaña pone el foco de atención en la promoción de una cultura de la hospitalidad reconociéndola como un valor evangélico y una virtud humana «que nos invita a la práctica de la acogida, la promoción, protección y la integración de las personas migradas y refugiadas que llegan a nuestro territorio». El consejo asesor de CONFER considera necesario «articular y reconstruir nuestro pensamiento en torno a la acogida, la defensa de los derechos y el acompañamiento personal y comunitario de tal modo que facilite la integración en la sociedad de nuestros hermanos y hermanas migrantes».
La vida religiosa en España, «atenta a los signos de los tiempos viene realizando un trabajo en coordinación con otras entidades eclesiales y civiles en el ámbito de la movilidad humana y el refugio». Pues bien, gracias a este esfuerzo común «se ha dado respuesta a muchas realidades complejas y dolorosas de tanta personas que dejan sus países de origen buscando un futuro mejor y un lugar seguro donde poder vivir con tranquilidad».
Por ello, «nos sentimos llamados a frenar y desmontar discursos de hostilidad; promover una cultura de la hospitalidad entre nosotros y con nuestros hermanos y hermanas migrantes y refugiados; discernir y apostar por una espiritualidad y cultura de la hospitalidad, fundamentada en el Evangelio, la acogida y la defensa de los derechos; comprometernos con los acompañamientos personales y comunitarios que faciliten la integración de las personas migrantes y refugiadas en la sociedad».
