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Científicas no nacidas, por Alfonso V. Carrascosa

Científicas no nacidas, por Alfonso V. Carrascosa

Recién celebrada la Virgen de Lourdes el mismo día que Naciones Unidas propone como Día Internacional de la Mujer y la Niña en la Ciencia, escribo estas líneas humildemente, con todos mis respetos, a título personal y por iniciativa propia, en homenaje a las científicas no nacidas, de las que nadie habla.

Son aquellas cuya vida fue interrumpida apenas acababa de comenzar, porque desde el punto de vista biológico no hay discusión alguna acerca del hecho cierto de que cuando un espermatozoide se une a un óvulo y se produce la fecundación estamos ante una nueva vida humana, que comienza siendo unicelular y que termina siendo pluricelular si dejamos que su ADN se exprese. Tan es así que el aborto es sin duda en mi opinión el mayor atentado contra la libertad de expresión del hombre, pues imposibilita a su ADN expresarse. Las científicas no nacidas son aquellas que han sido abortadas artificialmente ¿Podemos hacernos una idea de cuántas son? Sí.

De entrada sabemos además por la revelación que en ese momento de la fecundación Dios hace lo que lleva haciendo desde que apareció el primer hombre sobre la tierra: insuflar en esa nueva persona el alma racional, dándose así el hecho de la creación de un hombre. Pues bien, las cifras son las que son y no vale enmascarar las. La UNESCO dice que el 0,1% de la población mundial constituye el colectivo de los científicos. Cada año se estima que se producen en el mundo casi 60.000.000 de abortos. El 0,1% de 60.000.000 es exactamente 60.000 y la mitad, que es aproximadamente lo que cabe suponer en base científica que sería el lógico reparto de sexos, es decir unas 30.000, son mujeres. Por lo tanto al año dejan de nacer en el mundo 30.000 científicas. También podemos conocer qué es lo que ocurre en España y cuántas científicas dejan de nacer por lo menos de manera aproximada: el 0,1% de la cifra de abortos totales que se producen en España al año dividido entre 2. En los últimos años vienen produciéndose en España 100.000 abortos, de los que aproximadamente y redondeando 50.000 serían mujeres. El 0,1% de 50.000 son exactamente 50. Es decir: atendiendo a las cifras mencionadas podemos estimar que todos los años dejan de nacer en España 50 científicas. En los últimos diez años han dejado de nacer en España 500 científicas, etc. Cada año se matan en España más científicas que las eliminadas por todas las inquisiciones del mundo en sus cuatro siglos de existencia, cuyo número por cierto es igual a cero, muy cercano al de científicos varones, que no llegan a la decena. ¡Qué pena la apostasía de Europa!, ¡qué pena la apostasía de España, que es el origen de los abortos y que nos priva de casi 100.000 españoles al año, de 50 científicas!. Ante esta gran tribulación-‘No se puede legitimar la muerte de un inocente’ escuché decir en 1982 en el Paseo del a Castellana a san Juan Pablo II- la única esperanza que puede producir conocer estos datos está expresada artísticamente en la maravillosa obra ‘El Juicio Final’ de Kiko Argüello que está en Corazim, localidad de la Alta Galilea, en el Monte de las Bienaventuranzas, enfrente del Lago de Tiberíades, y que contiene un detalle que es el que muestra la imagen que acompaña estas palabras, que si no se señala puede pasar inadvertido: en el centro de la imagen, justo debajo de Jesucristo está la escena del Juicio Final personal por el que cada uno pasaremos, donde una mano sujeta la balanza que Satanás con nuestros pecados querrá que se decante en favor suyo para nuestra condena.  Dentro de esa mano hay figuras humanas: el autor explicó en 2005 en Amsterdam que ‘Entonces, debajo de ese trono, donde están los Evangelios, hay una mano. Una mano y una vasija donde están todas las lágrimas del sufrimiento del mundo. Dios ha recogido las lágrimas…esto está revelado. El sufrimiento humano no es estúpido. No es inútil. Después en la mano hay pequeñas figuras que son los abortos…’.

Esas personas viven, porque Cristo ha vencido la muerte, y porque para Dios todos viven. ¡Han vencido en Cristo! Los abortos, incluídas las científicas abortadas, estarán presentes cuando aquellos los han perpetrado sean juzgados. Muy probablemente pedirán misericordia, y habrá misericordia para aquellos que no sabían lo que hacían. Como están vivos también se les puede pedir perdón antes del juicio final, porque son capaces de escuchar. Hay muchas experiencias de reconciliación espiritual que han sido descanso para quienes las han vivido.

Naciones Unidas quiere visibilizar a las mujeres científicas fomentando la implantación del aborto a nivel mundial, práctica que provoca la desaparición de 30.000 científicas al año. A lo mejor alguna de ellas habría dado con la solución a problemas de salud, tecnológicos o científicos de cualquier índole. Estamos a tiempo de evitar que siga desapareciendo ese gran capital humano que son las científicas no nacidas.

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