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Ciencia y fe: Albert Schweitzer, por Alfonso V. Carrascosa

Albert Schweitzer (1875-1965) fue un músico y médico, premio Nobel de la Paz por su trabajo a favor de los enfermos, con creencias cristianas, poco ortodoxas, pero un hombre de ciencia y fe, aunque el pobre llegara a decir que Jesús fracasó en Galilea, cuando dijo que su Reino llegaría pacíficamente y según él no llegó, y en Jerusalén, donde murió y según él no resucitó. Fue teólogo protestante, es decir, al margen de la comunión con la Iglesia Católica, y lejos por tanto de su magisterio y de la fiel inspiración del Espíritu Santo. Un claro ejemplo de a dónde se puede llegar con aquello de sola scriptura, por muy inteligente que se sea.

Hombre extraordinariamente implicado en el alivio del sufrimiento de los pobres llegó a decir: «Mientras el círculo de su compasión no abarque a todos los seres vivos, el hombre no hallará la paz por sí mismo. Teniendo respeto y reverencia por la vida, entramos en una relación espiritual con el mundo. Ninguna religión o filosofía que no se base en el respeto por la vida no es una religión o una filosofía verdadera»”

Albert Schweitzer nació el 14 de enero de 1875 en Alsacia, territorio francés entonces anexionado a Alemania. Su padre era pastor evangélico, pero como en el pueblo sólo había una iglesia, era compartida por turnos por protestantes y católicos. Por ello a nuestro personaje siempre le llamó la atención el ambiente de oración y recogimiento de la liturgia católica.

A los 14 años empezó a recibir clases de piano y luego de órgano con el profesor Eugène Münch, que le introdujo primero en la música de Beethoven y luego en la de Bach. En 1893 ingresó en la universidad de Estrasburgo para estudiar Filosofía y Teología de manera fuertemente vocacional. Se doctoró en ambas. La vocación misionera dicen que le vino posteriormente al caer en sus manos la revista de la Sociedad Misionera de París, uno de cuyos artículos hacía referencia a la necesidad de voluntarios para atender a los enfermos de África Ecuatorial Francesa (hoy Gabón), por lo que se puso a estudiar medicina en la universidad de Estrasburgo para ayudar a los enfermos. Acabó en 1911, y al año siguiente partió a París con el fin de graduarse en un curso de especialización sobre enfermedades tropicales, considerando que le sería de gran utilidad para el trabajo que esperaba desarrollar en África. Renunció a una buena posición universitaria y además  estudió cirugía, también para ayudar a los pobres.

En 1912 se casó con Elena Bresslau, quien para colaborar con él se hizo enfermera. En 1913 viajaron juntos a Ogooué, en la provincia de Gabón y, en Lambaréné, en plena selva, junto al río, iniciaron la construcción de un hospital con sus propias manos, atendiendo a todos los enfermos que les pedían ayuda, sobre todo leprosos y enfermos tropicales.

La sociedad Bach de París le regaló un piano con pedales y en la misión repasaba las obras de sus compositores preferidos: Bach, Mendelssohn, Widor, Franck y Reger. Schweitzer viajaba con mucha frecuencia  a Europa, daba conciertos de órgano y conferencias y con los derechos de autor de sus numerosos libros y otras donaciones de admiradores de su obra, reunió los fondos hasta terminar el hospital y hacerlo funcionar.

En 1914 durante la I Guerra Mundial el hospital de Lambaréné fue intervenido, Schweitzer y su esposa fueron detenidos por ser alemanes, e internados en un campo de concentración, en Provence. En 1924, regresaron a África para iniciar la construcción de un hospital más amplio y mejor equipado que el anterior. Por toda su labor el dieron en 1928 el Premio Goethe, cuyo dinero volvió a invertir en más obra social. En 1952, vista su ingente labor en muchos frentes, la Academia Sueca le otorgó el Premio Nobel de la Paz. Murió en 1965.

Un claro ejemplo de a dónde se puede llegar si alguien no te ayuda a aclarar tu empanada mental en cuestiones de fe. Además,  caso claro de que uno puede ser una bellísima persona pero estar alejado de la verdad del cristianismo. Para él la Iglesia sería la transmisora del fracaso de Jesús, con una supuesta misión mantenedora de esperanza…pero ¿ de esperanza de qué? Hay quien ha dicho leyéndole, que lo que propone es que Dios habló y habla a través de Jesús a pesar de su ‘fracaso externo’. Sus opiniones no entienden que el cristianismo no es sólo una moral, que es a dónde quiere llegar. No se trata de unas normas que hay que cumplir y quien las cumple es cristiano y quien no las cumple no lo es. Amar al enemigo no lo cumple nadie: lo realiza el Espíritu Santo en uno, gratuitamente. No es sólo moralismo el cristianismo. Por eso, por negar la Resurrección y la Ascensión, niega el envío del Espíritu Santo, y sin Él, ni hay Reino de los Cielos ya, ni ‘ná de ná’. Sorprende que no perciba las palabras de Jesús ‘Mi reino no es de este mundo’, o las de alguno de los evangelios que se están proclamando en la eucaristía estos días, que no hablan del paraíso en la Tierra, si no que dan testimonio de que el paraíso está fuera de la historia, no sujeto al espacio ni al tiempo, en la Eternidad, lo cual es perfectamente compatible con la labor social.

Algunas de sus obras, en las que vierte sus ocurrencias mezcladas con erudición y pensamientos variados, son Geschichte der Paulinischen Forschung von der Reformation bis auf die Gegenwart (1911); Die psychiatrische Beurteilung Jesu (1913); Die Mystik des Apostels Paulus (1930); Die Weltanschauung der indischen Denker. Mystik und Ethik (1935); Das Problem des Friedens in der heutigen Welt (1954). De mi vida y pensamiento (Barcelona 1966); El pensamiento de la India (México 1952). Para mejor conocimiento de su vida e influjo cf. G. Seaver, Albert Schweitzer, el hombre y su obra (Buenos Aires 1964); S. Neill, La interpretación del Nuevo Testamento (Barcelona 1967) 237-248.

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