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Católicos y científicos: Valentín Matilla, por Alfonso V. Carrascosa, científico del CSIC

Católicos y científicos: Valentín Matilla, por Alfonso V. Carrascosa, científico del CSIC

Otro científico católico que fue pensionado por la Junta de Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas (JAE), institución que precedió al Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) y que en 2019 cumplirá los 80 años: Valentín Matilla. El mismo Valentín Matilla, convencido y conocido católico, dejaría escrito en su discurso de contestación en la Recepción Pública del Académico electo don Daniel Mezquita Moreno el 8 de abril de 1960 “La vida de los huesos”: “…no podemos menos de declarar, una vez más, a fuer de sinceros científicos y de creyentes razonables, como verdaderamente maravillosa e inimitable la obra de la providencia del Creador, que supo, con su infinito poder y sabiduría, dotar al hombre –haciéndole objeto también de su misericordia y bondad sin límites- de una organización corporal tan perfecta y exquisita, donde no falta ni sobra detalle alguno, y que por sí sola proclama la excelsitud de la obra creadora…Tras los someros datos apuntados, el hombre de ciencia sincero y consecuente, no podrá menos de mostrarse sorprendido y anonadado ante la magna perfección lograda en la integración del tejido óseo, atisbada en la actualidad por investigaciones de resultados sorprendentes ¡Deus qui humanae substantiae dignitatem mirabiliter condidisti et mirabilis reformasti…! Exclama, con razón, el sacerdote y el creyente en el Ofertorio del santo Sacrificio de la Misa, rindiendo su inteligencia y su corazón ante la omnipotencia providente del Supremo Hacedor ”.

Dice la Real Academia Nacional de Medicina sobre Valentín Matilla:

“Fuentesaúco (Zamora), 10 de mayo de 1900. Fallecimiento: 23/08/1997. Doctor en Medicina (1923). En 1924 ingresa por oposición en el Cuerpo Nacional de Sanidad, siendo Director de Sanidad Exterior de La Coruña y de El Ferrol, siendo nombrado posteriormente Jefe de Laboratorios del Hospital del Rey (1927-29). Pensionado para ampliar estudios en Francia, Inglaterra y Alemania, viajó además a Guinea y Marruecos, donde organizó sus servicios sanitarios. Ocupó los siguientes cargos: Catedrático por oposición de Higiene y Microbiología Médica en la Facultad de Medicina de Sevilla (1929); Jefe Provincial de Sanidad en Sevilla (1937-40); Inspector General de Sanidad (1940); Catedrático de Parasitología y Microbiología de la Universidad Central (1940); Director de la Escuela Nacional de Sanidad (1945); Director del Hospital Clínico de San Carlos; Secretario de la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense; Director del Instituto de Medicina Colonial; Miembro del Patronato “Santiago Ramón y Cajal” del CSIC; Vocal del Consejo General de Médicos de España; Presidente de Honor de varios Colegios Médicos de España y Miembro de numerosas academias y corporaciones nacionales y extranjeras. Fundador y Director de la revista “La Medicina Colonial”, del Instituto del mismo nombre. Numerario de la Real Academia de Medicina de Sevilla. Entre sus condecoraciones destacan las Grandes Cruces de Sanidad, de Alfonso X el Sabio (1978), del Mérito Militar y de la Orden de África y la de la Orden del Mérito Civil. Ocupó la Medalla Nº 33 de la Real Academia Nacional de Medicina y fue su Secretario Perpetuo durante casi cincuenta años (1949-97). En el Instituto de España fue Contador (1966-67), Censor (1967-84) y Vicepresidente Primero (1984-94)”. (Fuente: “Académicos numerarios del Instituto de España (1938-2004)”, Instituto de España, Madrid, 2005).

La JAE fue inaugurada en 1907, en plena monarquía parlamentaria católica de Alfonso XIII. Además, un buen número de los vocales fundadores de la JAE eran conocidos católicos practicantes. Por otro lado también fueron pensionadas personas con profundas convicciones católicas, como Matilla, hasta el extremo de recibir pensiones para estudiar en el extranjero un buen número de sacerdotes de la Iglesia que eran además científicos. Todo ello constituye un conjunto de datos científicos difícilmente compatibles con la teoría sostenida por la historiografía laicista que ha culminado en la corriente de la memoria histórica, en virtud de la cual las fuerzas políticas que terminaron confluyendo en la coalición del Frente Popular tuvieron algo que ver en el desarrollo científico desde 1900 hasta 1936, por más que sus herederos ideológicos estén en la actualidad empeñados en hacérnoslo creer: no es compatible que las fuerzas que perpetraron la atroz persecución religiosa contra el catolicismo tuvieran algo que ver en todo lo dicho, aparte de no contar en el momento de la puesta en marcha de la JAE con ninguna representación parlamentaria.

Ahí es nada.

Descanse en paz don Valentín.

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