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Católicos y científicos: María Aránzazu Vigón, por Alfonso V. Carrascosa, científico del CSIC

Católicos y científicos: María Aránzazu Vigón, por Alfonso V. Carrascosa, científico del CSIC

Hombres de Iglesia promocionaron la incorporación de la mujer al mundo científico. Mujeres de Iglesia fueron pioneras en la investigación científica española. Las dos circunstancias se dan en María Aránzazu Vigón, de cuya vida se conoce mucho, pero se ignora su condición de católica practicante, por lo que en la actualidad se la reivindica desde posturas ideológicas laicistas, agnósticas y ateas, que la deberían seguir reivindicando después de leer lo que aquí escribo.

Fue hija del General Vigón, monárquico católico que participó en la educación de los hijos de Alfonso XIII y que impulsó la investigación científica, siendo presidente de la Junta de Energía Nuclear y del Instituto Nacional de Técnica Aeronáutica.

María Aránzazu Vigón fue una mujer de profundas convicciones católicas, recibidas de niña en su ambiente familiar, y trabajó con mujeres como Piedad de la Cierva, del Opus Dei, o con su hermana, que dejaría la carrera científica para hacerse religiosa. Tuvo que ver con el desarrollo de la energía nuclear en España, con el Instituto de Óptica del CSIC y el Laboratorio y Taller de Investigación del Estado Mayor de la Armada, y con el militar científico y también católico practicante José María Otero Navascués.

De familia católica, hija de militar, con ocho hermanos, todos ellos – también las tres hermanas- tuvieron estudios universitarios. Maria Aránzazu y Maria Teresa estudiaron ciencias, la otra Filosofía. Primer hecho concreto contrario al discurso de la ideología laicista que acusa al estamento militar y a la familia cristiana católica de machista. A esto hay que sumar el hecho de que sería otro militar científico y católico, Jose Mª Otero Navascués, el que la seleccionaría para participar en las tareas de la Junta de Energía Nuclear.

En el estudio “Mujeres científicas en la dictadura de Franco. Trayectorias investigadoras de Piedad de la Cierva y María Aránzazu Vigón”, Ana Romero de Pablos nos habla de su actividad profesional. María Aránzazu Vigón recibió formación de alto nivel académico en centros europeos primero y norteamericanos después sobre tecnología nuclear, junto con un grupo de físicos españoles. En 1948 recibió una beca del gobierno español para viajar a Roma al Instituto de Física Nuclear de la Universidad –donde estudió los contadores Geiger, que según José María Otero Navascués había que aprender a construir en España para trabajar en física nuclear- y a Milán al Centro di Informazioni Studi ed Esperienze. En 1949 impartió, junto a Carlos Sánchez del Río, el primer curso sobre física nuclear en España. Se doctoró en el Instituto Max Planck de Física bajo la dirección de Karl Wirtz al inicio de la década de los 50. Después estudiaría en el Instituto de Física Nuclear de Chicago. En 1961 laInternational Atomic Energy Agencyaprobó un proyecto dirigido por ella titulado Studies on the properties of moderating and multiplying media by means of the pulsed neutron technique(Estudio de las propiedades de los medios moderadores y multiplicadores por medio de la técnica de neutrones pulsados).

Trabajó siempre con hombres, formó a algunos, consiguió financiación para investigación de entidades internacionales, y durante todo este tiempo mantuvo su fe católica sin el más mínimo problema. Formada en colegios católicos, su vida echa por tierra la obsesión que tienen algunos de cargarse la presencia de la Iglesia Católica de las aulas, de la vida pública, apoyándose en una historia contemporánea de la ciencia que troquela a los protagonistas como María Aránzazu Vigón, amputándoles las ramas religiosas de su vida, pero construyendo al mismo tiempo un discurso sin base científica, al que los hechos desmienten, los hechos como lo contado aquí sobre María Aránzazu Vigón.

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