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Católicos y científicos: Emilio Herrera Linares

Por Alfonso V. Carrascosa, científico del CSIC

Hace poco muchos fuimos cautivados por el salto desde la estratosfera de Felix Baumgartner. Yo sólo vi el salto propiamente dicho, pero fue genial. La primera vez que alguien se planteó subir a la estratosfera lo hizo en España, y fue concretamente Emilio Herrera Linares (1879-1967). El colmo es que se trataba de un científico republicano profundamente católico.

Pero una vez más así fue, le pese a quien le pese. A mí concretamente no me pesa en absoluto. Tampoco me sorprende en exceso porque conozco el caso desde hace bastante tiempo, pero en fin, esperaba una oportunidad de compartirlo. Y es que persiste la manía de callar lo católico de las personas, y hacer bandera desde el laicismo de personajes que además de prohombres, de genios en sus disciplinas, pues han tenido la fe católica. Es el caso de Emilio Herrera Linares.

Nacido en Granada, en una familia militar con ascendentes como Juan Herrera –que hizo El Escorial- se licenció como oficial en 1903 en la Academia de Ingenieros de Guadalajara. Pronto se hizo experto en aerostación, haciendo importantes expediciones en globo, y participando con Torres Quevedo –otro científico católico- en el fomento del dirigible que éste construyera, llamado España. Promovió la puesta en marcha de una línea transoceánica de dirigibles que finalmente se adelantaron a implantar alemanes, pero Herrerá atravesó el Atlántico con uno de ellos. Formando parte Gregorio Marañón –otro científico profundamente católico- de la Sociedad Geográfica Nacinoal, Herrera solicitó dinero a la Fundación Para La Investigación Científica y Ensayos de Reformas (FENICER) subir a la estratosfera. Es que con anterioridad ya había diseñado el primer traje aeroespacial. Junto con otro católico insigne, José Ortiz Echagüe –fundador de la SEAT y CASA- formó el primer grupo de aviadores españoles. No se duda de sus convicciones católicas, de las que siempre hizo gala explícita.

Terminó fundando la escuela Superior de Aerotecnia, actual de Ingenieros Aeronáuticos. Al estallar la Segunda República, acató el nuevo gobierno –algo que desde la Iglesia Católica española se invitó a respetar a pesar de la barbarie contra ella desatada- y tras el golpe de estado franquista permaneció fiel a ella, luchando desde el bando republicano y teniéndose que exiliar al final de la Guerra Civil. Más tarde fue nombrado consultor de la UNESCO para asuntos de física nuclear, y dimitió tras entrar España en la ONU. Le eligieron miembro de la Academia de Ciencias de Francia, país al que propuso un proyecto de lanzamiento de satélite artificial. Su firme militancia antifranquista le llevó a formar parte del gobierno de la República en el exilio, inicialmente como ministro sin cartera y después como presidente del gobierno. Alcanzó el grado de General durante la Guerra Civil. En 1967 lideró un intento  de reconciliación nacional apoyado por políticos y religiosos españoles, y que proponía un referéndum en el que los españoles pudieran elegir entre monarquía o república. Murió en Ginebra ese mismo año.

Herrera fue vicepresidente de la Sociedad Matemática Española y escribió varios artículos y libros sobre su especialidad entre los que destaca Apuntes de Navegación Aeronáutica. También su hoja de servicios revela que sobresalió como miembro del Ejército, ya que se afirma en ella que tenía fama universal como “aerostero”. Fue Caballero de la Legión de Honor y merecedor de varias cruces militares. De lo que no hay duda es de ocupa un lugar muy destacado entre los pioneros de la aviación española. La fe ayuda a la razón, la religión a la ciencia, al menos la religión católica. Vivamos este año de la Fe con este asunto claro en la cabeza.

BIBLIOGRAFÍA: Lázaro Ávila, Carlos. La aventura aeronáutica. Pioneros del aire, autogiros y aerostatos. Nívola libros y Ediciones, S.L. Madrid. 2001. 124 páginas.

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