Revista Ecclesia » Carta del obispo de Tarazona: «Educar. Comienza el curso»
Cartas de los Obispos

Carta del obispo de Tarazona: «Educar. Comienza el curso»

Comienza el curso, comienza el tiempo de la formación y la educación, de la esperanza. Los que hoy se forman van a ser los conductores del futuro de nuestra sociedad. En sus manos va a estar el destino de todos nosotros. Por eso es tan importante y tenemos tantas esperanzas en la educación.

Consideramos la formación como una transmisión de conocimientos, de valores, de habilidades, de aptitudes a los alumnos, de los cuales tendrán que dar razón a través de las evaluaciones. Sin embargo, nuestra responsabilidad, la de toda la sociedad, gobernantes, familias, educadores en la fe no se debe reducir a la formación. Es más importante la educación.

Para entender la diferencia veamos su etimología: La palabra educar procede del latín “educere” qué significa sacar, extraer y tiene una derivación en la palabra “conducere” que significa guiar. Al educar, queremos ayudar a la persona para que saque de sí mismo todo lo que lleva dentro. Es como una semilla, tiene un gran potencial de crecimiento, posee todos los dones que Dios le ha dado y el maestro, educador, atendiendo a su edad y sus capacidades le ayudará a ir madurando. Es también conducir, es decir, saber, guiar a la meta para la que mejor esté preparado y más cualidades tenga. Siguiendo el ejemplo de la semilla, es saber guiar el árbol para que no se tuerza y crezca recto.

Para todo esto, la educación incluye la formación y, de todo esto, también la persona tendrá que dar cuentas en su vida, día a día, siendo buenas personas, buenos ciudadanos, buenos creyentes; la educación se suele medir por el grado de felicidad que alcanza en su vida y por la felicidad que es capaz de sembrar en las personas. Por tanto, la educación busca el desarrollo total de cada uno, como individuo y como persona social, de ahí que el aprender y formarse en valores morales sea fundamental.

La educación no se limita al ámbito escolar. La mayor responsabilidad está en la familia, en los padres. Nadie les puede sustituir, y mucho menos el Estado, que está a su servicio. Es un mediador, tiene la función de garantizar el derecho a la educación, favoreciendo una gran pluralidad y poniendo sus mejores medios al servicio de los padres y de los hijos.

Los valores morales y trascendentales, la formación religiosa son fundamentales en la educación, porque las personas estamos llenas de trascendencia, de superación de lo mero material; somos también seres espirituales y religiosos. Arrinconar este aspecto en la formación es renunciar a la educación, acercándose peligrosamente a la manipulación. Algo que han realizado a través de la historia los totalitarismos. La educación no está el servicio del gobierno de turno, sino al contrario, siempre el gobierno sirve a los ciudadanos, por encima de sus ideologías.

Queridas familias, tenéis una tarea fundamental por delante con vuestros hijos: sacar todo lo que Dios ha sembrado en ellos y guiarlos por el buen camino para que sirvan a la sociedad. Los educadores cristianos, padres, profesores, sacerdotes, catequistas tenemos que poner todo nuestro empeño en esta tarea. No desfallezcamos. El espíritu nos ayuda.

+ Vicente Rebollo
Obispo de Tarazona



O si lo prefieres, regístrate en ECCLESIA para acceder de forma gratuita a nuestra revista en PDF

HAZME DE ECCLESIA

Cada mes, en tu casa