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Mons. Ángel Rubio Castro
Mons. Ángel Rubio Castro
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Carta del obispo de Segovia, Ángel Rubio Castro por el día de las Vocaciones

Carta del obispo de Segovia, Ángel Rubio Castro por el día de las Vocaciones

 

Este domingo cuarto de pascua la Iglesia celebra la 50 Jornada Mundial de Oración por las Vocaciones con el lema “las vocaciones signo de esperanza fundada sobre la fe”. Hemos de implorar a Dios santas vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada. Tenemos fe y esperanza que están estrechamente unidas.

La fe es una virtud sobrenatural, no basta nuestra voluntad o  nuestras propias fuerzas para conseguirla. La fe es obra de la gracia de Dios, que ayuda a nuestra voluntad. Nosotros hemos de agradecer el don de la fe, que el Señor nos ha concedido, y hemos de vivir conforme a ella.

La esperanza es la aspiración del hombre hacia un bien futuro, arduo y posible. Como virtud teologal es, en parte, ya posesión de las primicias. Es una virtud difícil porque no se trata de un vulgar optimismo o verlo todo de color de rosa. No se trata de tener un carácter alegre, pero quizás superficial. Lo que caracteriza a la esperanza del hombre que vive en este mundo es una mezcla de certeza e incertidumbre. Ese margen de incertidumbre es elemento esencial de la esperanza cristiana, es un aspecto necesario. Lo que es absolutamente cierto que va a obtenerse, ya no se espera.

La esperanza se alimenta de esta certeza: «Nosotros hemos conocido el amor que Dios nos tiene y hemos creído en el» (1Jn 4,16).  El misterio de la caridad está en el origen trinitario: El Padre, fuente de amor, vierte su amor en su Hijo; éste vuelve ese mismo amor al Padre y de este abrazo mutuo de amor procede el Espíritu Santo.

Dios-Caridad ha querido hacer partícipes a los hombres ese amor suyo. Por eso el Verbo se hizo hombre. Con su muerte y resurrección nos mereció y envió el Espíritu. «El amor de Dios ha sido derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo, que se nos ha dado» (Rom 5,5). Así hemos entrado en la intimidad de Dios por Cristo en la llamada del Espíritu. «En esto está la caridad, no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino en que Él nos amó primero…» (1Jn 4,10-19).

Con ese mismo amor con que Él nos ama, nosotros podemos amarle. Pero la caridad divina en nosotros abarca también a los hombres. «Amaos unos a otros como yo os he amado» (Jn 15,12). El cristiano no tiene otra posibilidad de amar que el Amor de Jesús, no puede amar de otra manera que como ama y amó Jesús.

La caridad es amor a Dios y al hombre. Hay quien ama a Dios pero no ama al hombre, ése no tiene caridad. Hay quien no ama a Dios y realiza servicios al hombre, eso aún no es perfecta caridad. La verdadera y auténtica caridad es el amor a los demás, que brota de nuestro amor a Dios.

El mensaje del Papa para esta jornada nos dice: «La oración constante y profunda hace crecer la fe de la comunidad cristiana, en la certeza siempre renovada de que Dios nunca abandona a su pueblo y lo sostiene suscitando vocaciones especiales, al sacerdocio y a la vida consagrada, para que sean signos de esperanza para el mundo. La respuesta a la llamada divina por parte de un discípulo de Jesús para dedicarse al ministerio sacerdotal o a la vida consagrada, se manifiesta como uno de los frutos más maduros de la comunidad cristiana, que ayuda a mirar con particular confianza y esperanza al futuro de la Iglesia y a su tarea de evangelización. Esta tarea necesita siempre de nuevos obreros para la predicación del Evangelio, para la celebración de la Eucaristía y para el sacramento de la reconciliación. Por eso, que no falten sacerdotes celosos, que sepan acompañar a los jóvenes como “compañeros de viaje” para ayudarles a reconocer, en el camino a veces tortuoso y oscuro de la vida, a Cristo, camino, verdad y vida (cf. Jn 14,6); para proponerles con valentía evangélica la belleza del servicio a Dios, a la comunidad cristiana y a los hermanos».

El futuro religioso y vocacional en la Iglesia afecta de cerca a todos los fieles y muy particularmente a las parroquias y familias cristianas.

 

 

+ Ángel Rubio Castro

                                                                               Obispo de Segovia



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