«Lo primero que debemos exigir a los políticos es que partan de la realidad, que no se líen acudiendo a ideologías»
El domingo 23 de julio de 2023, los españoles estamos llamados a votar en unas nuevas elecciones generales. Nuestra participación es un derecho, pero también un deber que se ha de prolongar en el tiempo. Como ciudadanos responsables y como cristianos, no podemos mirar para otro lado y dejar que sean otros los que decidan nuestro futuro. Estas elecciones, convocadas por el presidente del gobierno de forma precipitada después de las autonómicas y municipales, vienen precedidas de una campaña electoral polémica y trufada de ataques mutuos y de promesas de color de rosa. Ahora toca discernir y elegir.
Lo primero que debemos exigir a los políticos es que partan de la realidad, que no se líen acudiendo a ideologías, en muchos casos, desacreditadas absolutamente con el paso del tiempo y, en otros, aliadas con el pragmatismo materialista. Esta realidad dura y difícil para un cuarto de la población española, presenta con claridad motivos de preocupación que deberían tener en cuenta. Les invitamos a mirarla con los ojos de los pequeños y de los frágiles y a contemplar el futuro como una oportunidad de hacer justicia y de buscar el bien común.
Campo prioritario de preocupación debería ser el que afecta al primero de los derechos: el de la vida. Coincidiendo con la propuesta realizada por Cáritas Española para estas elecciones, afirmamos que se han de garantizar los derechos humanos de todos, pero especialmente de los más humildes y pobres. Es necesario legislar para que se cubran las necesidades primarias de los ciudadanos, incluida la de la vivienda, puesto que una de cada cinco familias de nuestro país tiene dificultades para acceder y conservar un espacio habitacional. Debería preocuparles también la violencia psicológica y el acoso ejercido sobre todo a través de las redes sociales, la ideológica que pretende formatear las mentes con el uso abusivo de la propaganda e incluso de las instituciones públicas, llegando incluso a acorralar al derecho de objeción de conciencia y, como no, la violencia física ejercida contra la mujer y los hijos, contra el “nasciturus”, incluso contra el propio cuerpo, y que puede desembocar en el suicidio.
A la sociedad española la preocupa también el deterioro del Estado de Bienestar. La situación nos reclama ir aún más allá, configurando una sociedad que garantice los cuidados en todas las etapas de la vida, que se preocupe de que no haya descartados, que empodere a la sociedad civil frente a “papá” Estado, que favorezca la vinculación social que encuentra en la institución familiar su expresión fundante, que dé libertad a los padres para elegir el cuidado educativo que crean más conveniente para sus hijos, que potencie las instituciones benéficas… La fragilidad humana, puesta de manifiesto con especial dureza durante la pandemia de la Convid-19, llevó al Papa Francisco a afirmar que no hay futuro si no nos cuidamos los unos a los otros, incluidos los inmigrantes a los que, la falta de vías no vinculadas necesariamente con el mercado laboral, empuja a la ilegalidad y la inseguridad.
A multitud de españoles les preocupa también enormemente la falta de trabajo. En este sentido, Cáritas sugiere que la nueva Agencia Española de Empleo planifique y coordine políticas de empleo que aseguren una empleabilidad adecuada a la persona y a su familia. Propugna también poner los medios necesarios para el desarrollo de las habilidades y las capacidades de los trabajadores.
Finalmente, en el terreno político, preocupa el deterioro de las instituciones, la falta de equilibrio entre poderes públicos, y, en último término, la falta de consensos entre los grandes partidos en temas tan importantes como los planteados. Ahora nos toca discernir qué formación política puede garantizar la mejor respuesta a estas preocupaciones. Que el Espíritu de Dios nos inspire.
+ Jesús Fernández
Obispo de Astorga
