Carta de las Monjas Cistercienses de Buenafuente del Sistal, Octubre 2014
Queridos amigos y hermanos en Cristo:
Gracias a Dios nos reencontramos esta tarde, cuando hemos celebrado a Nuestra Madre en su advocación de la Virgen del Rosario, tras un intenso verano. En primer lugar, nos urge dar gracias al Señor, que nos ha provisto de muchísimas ayudas que han hecho posible la acogida y compartir con tantas personas el regalo que nos hace el Señor, vivir solo para Él, en este maravilloso lugar. Y porque no queremos escuchar a Jesús decir: “Si estas callan, gritarán las piedras” (Lc 19, 40), os decimos: “El Señor ha estado grande con nosotras, y estamos alegres” (Sal 125, 3).
El camino estival ha estado jalonado de fiestas que han concluido con la Exaltación de la Santa Cruz y el día de la Amistad, que es de algún modo nuestra Betania. Traemos a la memoria a San Benito en julio, en agosto las fiestas patronales cistercienses: la Asunción de Nuestra Señora y san Bernardo. El Señor es fiel y cada día Su Palabra ha venido en nuestra ayuda. Queremos compartir esta tarde el sal 45 de la liturgia de las primeras vísperas del día de la Asunción: “Dios es nuestro refugio y nuestra fuerza, poderoso defensor en el peligro. Por eso no tememos aunque tiemble la tierra, y los montes se desplomen en el mar”. Ciertamente este salmo se cumple en la Virgen María y nosotras le pedimos a Nuestra Madre que se haga vida en todos nosotros.
Del Día de la Amistad, agradecemos esta tarde, de manera particular, la ofrenda musical de Maguy Gérentet, un concierto de cítara, sí, y también un tiempo de oración guiado por la armonía entre su voz y su cítara. Esta oración que nos sustenta en nuestro caminar hacia Cristo y que el Espíritu Santo nos concede vivir todos los días, la comunión en la oración en nuestra fraternidad de Amigos. Este acompañamiento con nuestra pobre oración es el que ofrecemos a todos los que llevamos en el corazón. Hoy lo hacemos explícito a D. Manuel Miguel, hasta hace poco más de un mes párroco in solidum de Buenafuente y le agradecemos su disponibilidad y entrega tanto a nuestra Comunidad como a toda la realidad que supone Buenafuente del Sistal.
Si Dios quiere, mientras se celebra este encuentro, nosotras habremos comenzado nuestros ejercicios espirituales, este año con un padre capuchino. Confiamos en vuestra oración para que se cumpla en nosotras este verso del salmo 94: “Si hoy escucháis su voz, no endurezcáis vuestro corazón”, salmo con el que todos los días comenzamos nuestra alabanza a Dios.
Gracias a todos y a cada uno en particular, vuestras hermanas de Buenafuente del Sistal

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