En un reciente comunicado, la Cáritas de la antigua Birmania, ahora Unión de Myanmar desde 1989, expresa su apoyo al movimiento popular de desobediencia civil ante el golpe militar. En un comunicado difundido el pasado lunes y del que se ha hecho eco Cáritas Española, la institución de la Iglesia católica en este país del sudeste asiático conocida como KMSS (Karuna Mission Social Solidarity-Myanmar) ha querido mostrar su solidaridad con el pueblo birmano que, de manera pacífica, viene reclamando el regreso a la democracia tras el golpe de estado del pasado 1 de febrero. Ese día, los miembros elegidos democráticamente del partido gobernante de Birmania, la Liga Nacional para la Democracia, fueron depuestos por el ejército.

La realidad del país
En Myanmar viven cerca de 55 millones de habitantes. Hay más de 135 etnias, una de ellas la de los masacrados rohingyas (de religión musulmana), que habitan el estado de Rakhine. La fe mayoritaria en el país es el budismo. El número de cristianos se calcula en unos 750.000. El Papa Francisco visitó el país, y la vecina Bangladesh, en noviembre de 2017.
La antigua Birmania ha sido gobernada ininterrumpidamente por los militares desde 1962. Tras pactar una nueva Constitución en 2008 que les seguía garantizando los ministerios claves (Defensa, Interior, y Fronteras), así como una vicepresidencia y la cuarta parte de los escaños del Parlamento, el ejército accedió a convocar elecciones libres, siendo estas ganadas en 2015 por Aung San Suu Kyi. La «Mandela birmana», sin embargo, no ha podido ejercer «legalmente» como presidenta. Para cerrarle el paso, los uniformados impusieron una cláusula en la Constitución por la cual se impide ejercer esta magistratura a quienes tengan lazos familiares con extranjeros, y ella es viuda de un ciudadano británico.
El cardenal Bo llama a resistir al golpe de manera no violenta
El cardenal Charles Maung Bo ha pedido a los birmanos que resistan al golpe militar de manera no violenta. Manténgase fuertes y no recurran «nunca» a la violencia, les pide el arzobispo de Yangón, que califica de «tragedia inesperada» el golpe de Estado. Las Fuerzas Armadas sacaron los tanques a la calle el 1 de febrero, horas antes de la constitución del nuevo Parlamento salido de las elecciones del 8 de noviembre de 2020. El purpurado, a quien la asonada sorprendió de visita pastoral en el Estado de Kachin, el de mayor número de cristianos, ha dirigido un mensaje al pueblo en el que pide que se evite a toda costa «otro derramamiento de sangre», pues incluso ahora «hay potencial para la paz». «El proceso de paz es el único camino. La única luz en este camino es la luz de la democracia», dice en un comunicado que lleva fecha del día 3.
El texto consta de cuatro puntos, en los que se dirige, por este orden, al pueblo, al ejército, a los líderes democráticos (la Consejera de Estado y líder de la Liga Nacional para la Democracia Aung San Suu Kyi, y el Presidente del país hasta hace unos días Win Myint) y a la comunidad internacional.
Respeten los derechos de los detenidos
El purpurado, de 72 años, insta a los militares a respetar los derechos de los políticos y estudiantes detenidos, y a ponerlos en libertad. «No son prisioneros de guerra, sino presos políticos que buscan democracia. Si prometen democracia, libérenlos primero. Solo entonces el mundo les entenderá», hace saber al general Min Aung Hlaing, comandante del ejército y nuevo presidente interino, antes de afirmar que «el pueblo birmano está cansado de promesas sin sentido» y recordarle que no aceptará más declaraciones falsas. «Han prometido celebrar elecciones multipartidistas en un año. ¿Cómo podrán ganarse la confianza de nuestra gente? Solo les creerán si cumplen sinceramente su palabra».
Monseñor Bo lamenta la toma unilateral del poder por parte del estamento castrense y constata que las acusaciones de fraude sobre las elecciones que dieron la victoria de manera abrumadora al partido de la premio Nobel de la Paz 1991 «podrían haberse resuelto en presencia de grupos neutrales», mientras que ahora se ha perdido esa oportunidad.
No a las sanciones internacionales
Bo pide asimismo «a nuestros amigos extranjeros» que no adopten sanciones contra el país. «La comunidad internacional debe comprender mejor la historia y los intereses políticos de Myanmar. Las sanciones internacionales harán que la economía colapse y millones de personas caigan en la pobreza», afirma el también vicepresidente de la Conferencia Episcopal de Myanmar (CBCM) y presidente de la Federación de Conferencias Episcopales de Asia (FCBA).

Acción de Cáritas Española en la región
Cáritas Española tiene una larga trayectoria de cooperación fraterna en la región, donde trabaja de la mano de las Cáritas locales de Myanmar, Tailandia y Bangladesh, especialmente en el acompañamiento a las comunidades de refugiados birmanos que a lo largo de los años se han ido asentando en la zona, huyendo de los conflictos persistentes en su país.
Existen lazos de colaboración entre las Cáritas de Tailandia y Myanmar para responder a los retos de la movilidad humana y proteger los derechos de las personas migrantes. Actualmente, Cáritas Española apoya un proyecto entre estas dos Cáritas para promover la migración segura y reducir la explotación laboral de los migrantes, por un monto total de 349.000 euros.
En Tailandia se presta apoyo a otro proyecto de fortalecimiento de las capacidades de producción de alimentos de los refugiados birmanos presentes en 9 campos en la frontera con Myanmar. A esta acción se han destinado este año 130.000 euros.
En Bangladesh, permanece abierta una situación de emergencia protagonizada por la población rohingya refugiada en el país, donde Cáritas Española apoya dos proyectos: uno de protección, empoderamiento y resiliencia de las mujeres y niñas refugiadas, dotado con 121.433 euros, de los que 78.811 han sido aportados por la Comunidad de Madrid y 8.000 por el Ayuntamiento de Burgos; y otro dirigido a la población refugiada y a las comunidades de acogida bangladesíes, en materia de seguridad alimentaria y refugio por un monto total de 634.006 euros, de los cuales 599.909 euros son una aportación de la Agencia Española de Cooperación Internacional para el Desarrollo (AECID).
A todo este trabajo se sumará en breve un nuevo proyecto en Myanmar para reforzar el desarrollo integral de la primera infancia y el derecho a la alimentación. A este programa se van a destinar 310.000 euros en los próximos tres años.
