«Este virus nos ha unido a todos en la fragilidad, nos ha recordado a todos nuestra condición vulnerable, todos estamos en Sus manos de Padre». Con estas palabras comenzaba el cardenal Juan José Omella, arzobispo de Barcelona y presidente de la Conferencia Episcopal Española comenzaba su homilía en el funeral de Juan del Río, arzobispo castrense y que se ha celebrado en la Iglesia Catedral de las Fuerzas Armadas, en la intimidad familiar, en la que participaron el cardenal Carlos Osoro, arzobispo de Madrid; el cardenal Ricardo Blázquez, arzobispo de Valladolid; el cardenal Antonio Cañizares, arzobispo de Valencia; el cardenal Carlos Amigo, arzobispo emérito de Sevilla y el nuncio de Su Santidad en España, Bernardito Auza, además de arzobispos, obispos y obispos auxiliares que han querido participar, junto a los cargos militares presentes, en la misa por el alma de Juan del Río, eso sí, respetando las medidas sanitarias pertinentes.
«Él sabe sacar fuerzas de la debilidad»
En estos momentos de dolor, es bueno recordar, ha dicho Omella en su homilía, «que no somos dueños de casi nada, ni de la vida ni de la muerte, ni de la pastoral, ni de la labor evangelizadora. Todo está en manos del Señor y Él sabe sacar fuerza de la debilidad. Sólo nos pide que sepamos confiar en Él, abandonarnos a sus manos amorosas de Padre».
El cardenal ha recordado la labor de Del Río en su trabajo en el arzobispado castrense de España, «una Iglesia que peregrina en medio de las tormentas, del sufrimiento, de la enfermedad, de la crisis económica, de la escasez de clero, de la fragilidad y de la pobreza».
Por eso, ha pedido que «conceda la paz, la esperanza y el consuelo a todos los miembros de las Fuerzas Armadas» para que el Señor os recompense «por todo el cariño con el que habéis acompañado a vuestro arzobispo en la salud y en la enfermedad».
Por último ha querido concluir sus palabras con un texto de san Juan de Ávila, «tú, Señor, lo sabes. No me turbaron las palabras de los que de mí murmuraban, de los que mal sentían y decían de mí y de los que me contradecían, porque yo te seguía a Ti, Pastor bueno, Pastor amoroso. Después que te seguí no deseé cosas de este mundo; no busqué favores de hombres ni riquezas que los hombres suelen desear, ni otra cosa que, según hombre pudiera procurarme y desear. Tú, Señor, lo sabes que digo verdad, cuán de buena gana dejé todo lo que tenía y todo lo que pudiera tener por seguirte a ti, Señor mío, Pastor mío, Bien mío».
«Una vida entregada a la misión de la Iglesia»
Durante una emotiva celebración donde se han recordado las palabras que Juan del Río escribió durante la pandemia en su Diario de un Pastor, ha concluido la misma el nuncio Auza, que ha destacado como «con su dedicación y trabajo entregó su vida por la labor de la Iglesia». Además, que querido compartir el mensaje que los Reyes de España enviaron al Papa Francisco tras conocer el fallecimiento de Del Río: «Siempre recordaremos su gran humanidad, sus profundos valores y su servicio al castrense y a las fuerzas armadas de España».
Finalmente, el vicario general del arzobispado castrense, el sacerdote Carlos Jesús Montes Herrero, que ha asumido las funciones del ordinario castrense ha querido trasladar unas palabras de la familia de Juan del Río, en las que expresaban que «uno de los dramas que estamos viviendo es cómo fallecen nuestros seres queridos en la más absoluta soledad, con el añadido de no poder darle un entierro como se requiere entre los seres humanos. No hay un adiós más dolorido que no poder despedir de este mundo a la persona que has amado», por eso, elevaban a través de este funeral, sus oraciones por todos aquellos que habían sufrido esta situación.
Además, ha rememorado algunas de las palabras del arzobispo, que expresaba durante la pandemia, que «estos sucesos tardan mucho en olvidarse, hay todo un tiempo para recolocar emocionalmente al fallecido en la historia personal de cada uno. Por tanto: las lágrimas son necesarias por el que se fue, también hablar de él y que nos hablen de lo que hizo o dejó de hacer, recordar los momentos vividos con aquel que se nos ha ido, es importante guardar algún detalle significativo de la persona querida y perpetuar su memoria. Todo esto forma parte del duelo auténtico y sincero».
Pero no todo termina ahí, ha dicho, «además creemos que “el amor es más fuerte que la muerte” y eso nos lleva a la confianza de que la comunicación no se rompe con aquellos que nos han dejado, sino que mediante la oración por ellos perdura en el tiempo la memoria de nuestros difuntos. Por eso mismo, qué bien resuena entre nosotros los españoles en este tiempo de calamidades, el himno del acto a los caídos en nuestras Fuerzas Armadas:
Tú nos dijiste que la muerte
no es el final del camino,
que, aunque morimos no somos,
carne de un ciego destino.
Tú nos hiciste, tuyos somos,
nuestro destino es vivir,
siendo felices contigo,
sin padecer ni morir».
La misa exequial por el alma de Juan del Río ha sido retransmitida por TRECE y COPE.es, con los comentarios de la directora de la revista ECCLESIA, Silvia Rozas FI y el director general de Publicaciones de la Conferencia Episcopal Española, Manuel Fanjul.
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