Cardenal Ezzati (Chile) llama a los sacerdotes a ser portadores de esperanza en Misa Crismal de Jueves Santo
En la capital chilena, este jueves 24 de marzo en la Catedral Metropolitana, el arzobispo de Santiago, cardenal Ricardo Ezzati celebró la solemne Misa Crismal donde los sacerdotes renuevan las promesas que hicieron ante el obispo el día de su ordenación. La ceremonia fue concelebrada junto a medio millar de presbíteros diocesanos y religiosos, a quienes el cardenal llamó a: “Ser signos portadores de amor y esperanza para sus hermanos y hermanas”.
En la eucaristía se hicieron presentes familiares de sacerdotes, diáconos permanentes, estudiantes de colegios católicos, y centenares de laicos que presenciaron también la bendición de los santos óleos y el crisma que se usarán para ungir a las personas al recibir los sacramentos del Bautismo, Confirmación y Unción de los Enfermos en todas las parroquias y capillas de la arquidiócesis.
En su homilía el cardenal Ricardo Ezzati recordó el sentido de la celebración: “Comenzando el Triduo Santo que nos prepara a la Pascua, con esta Eucaristía, celebramos la institución del Sacerdocio jerárquico, consagramos el Crisma que sellará la vida de los nuevos bautizados, de quienes serán confirmados y de quienes serán configurados a Cristo en el Sacramento del Orden. También bendecimos los oleos destinados a fortalecer el itinerario cristiano de los catecúmenos y ungidos quienes buscan consuelo de Dios en su enfermedad o están por emprender el viaje definitivo hacia el corazón misericordioso de Dios”.
– Ser portadores de esperanza
En la oportunidad el obispo recalcó: “Para nosotros sacerdotes, la renovación de las promesas hechas en la Ordenación, son un llamado a dar más espesor a la vida espiritual que “aleja el enemigo de la tibieza” y recuerda “el derecho de los fieles que buscan en nosotros al hombre de Dios, al consejero, al mediador de la paz, al amigo fiel y prudente, al guía seguro en quien se pueda confiar en los momentos más difíciles de la vida, y para hallar consuelo y confianza”.
Por ello el cardenal realizó un especial llamado: “La celebración de este día reavive en quienes hemos recibido el encargo de ser pastores, la gracia de la ordenación para vivir el gozo de saber Quién nos ha elegido y la bienaventuranza de ser signos y portadores de amor y de esperanza para sus hermanos y hermanas”.
Más adelante el arzobispo recordó a Jesús en el Huerto de los Olivos: “Allí, sumido en oración, experimenta la tentación más trágica de su existencia terrena: el abandono de su Padre y la sensación de la inutilidad de su misión. Lo que había prefigurado en el signo del pan y del vino pocas horas antes, comienza ser dolorosa realidad: su cuerpo será entregado y su sangre será derramada en la cruz”. Por ello el cardenal planteó el siguiente cuestionamiento: “¿Acaso su impotencia no se prolonga en la nuestra? Su plegaria angustiosa ¿no es también la nuestra? Padre, que pase de mí este cáliz; Padre ¿por qué me has abandonado?”
Por esto el pastor recalcó que es en la noche de Pascua, cuando Jesús revela el sentido último de sus heridas y llagas, que al mismo tiempo son las de todos: “Por la por la fuerza invencible de la Pascua, permanecerán para siempre, llagas gloriosas, signo de un dolor y de una muerte que han sido derrotados, fuente viva y memorial imperecedero de un amor que va más allá de la muerte”.
Finalmente el arzobispo, destacando las lecturas del profeta Isaías y del Evangelio de san Lucas, señaló el fundamento de la identidad y vocación de los ministros, que consiste en ser consagrados y ungidos: “para anunciar la Buena Noticia a los que sufren; para vendar los corazones desgarrados, proclamar la libertad a los cautivos y a los prisioneros la libertad; para proclamar el año de gracia del Señor, consolar a los afligidos, cambiar la ceniza en corona y el traje de luto en perfume de fiesta y el abatimiento en cánticos”.
– Renovación de las promesas
Inmediatamente después los sacerdotes presentes renovaron sus promesas ante el cardenal Ezzati. Luego se bendijeron los óleos y se consagró el crisma con el que se unge a los fieles en diversos sacramentos y a quienes serán ordenados sacerdotes.
Al finalizar la misa, fue el momento de compartir entre los sacerdotes, familiares y asistentes a la tradicional celebración de Jueves Santo.
Entre ellos, el padre Fernando Montes sj, señaló: “En estos momentos donde los sacerdotes hemos perdido credibilidad, por el bien de la iglesia, nada es más importante que junto con pedir misericordia, nosotros seamos verdaderos agentes de misericordia”.
Por su parte el presbítero Ignacio Gramsch, de la parroquia San Alberto de Sicilia de Recoleta, opinó: ”Me parece muy esperanzador este mensaje y los sacerdotes lo necesitamos para el servicio y para la entrega de Jesús. Es bonito sentirnos hermanos, que los laicos nos animen a ser buenos pastores y a apagarnos a Jesús”.
En tanto para el padre Carlos Cox, Rector Santuario Nacional de Maipú: “El gran regalo es darse cuenta que Dios nos tiene confianza a cada uno de los sacerdotes y en esa confianza nos llama a cuidar el tesoro más preciado que son nuestros fieles”.
– La voz de los familiares y asistentes
Para Beatriz Amunátegui, madre del Padre Alejandro Vial, este fue un momento: “Muy bonito para acompañar a un hijo que renueva sus promesas. Vengo aquí desde que él se ordenó, hace más de 15 años”.
Por su parte, Paulina Vargas madre del Padre Andrés Moro, señaló: “Es maravilloso estar cuando renuevan la fe, sobre todo, cuando realizan el ritual de los óleos, es precioso. Nos renueva a nosotros también la fe”.
También se hicieron presentes algunos jóvenes del Colegio Luis Campino. Para Rocío Forcini, estudiante de octavo básico: “Es esperanzador el llamado del cardenal, justo en Semana Santa”, a lo que su compañero Matías Goddard agregó: “Me gustó mucho la misa, cómo se demuestra la fe de la gente y la renovación de la fe en el Señor”.
Finalmente, Víctor Castro, feligrés de la parroquia Santa Clara de La Cisterna, expresó: “Ha sido una gracia de Dios el participar de esta celebración y escuchar el mensaje del obispo, como cada llamado que ha hecho nuestro Santo Padre Francisco, a asemejarse más a la figura de Cristo. Hay que estar siempre renovando la tierra para oxigenarse”.
Fuente: Comunicaciones Santiago

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