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Ricardo Blázquez Congreso Santa Teresa
España

Cardenal Blázquez, en el Congreso Internacional de Santa Teresa: A ella le «repugnarían» las «fake news»

«A Teresa no le gustaban las cosas ficticias ni a medias ni ambiguas, ni de apariencia y fachada», por eso, «podemos suponer qué repugnancia le produciría si nos oyera hablar de “postverdad” o fake news».

Así lo ha explicado el cardenal Ricardo Blázquez, arzobispo de Valladolid a la Santa de Ávila, «amiga de la verdad». Santa Teresa, ha explicado el cardenal en la ponencia de clausura del Congreso Internacional que ha concluido este 15 de abril en Ávila, «dio a Dios “las llaves de la voluntad” (Vida 20, 22), y recibió la auténtica libertad personal. La humildad no se confunde con apocamiento de espíritu. Porque buscaba verdaderamente a Dios no se conformaba con cualquier explicación; paciente y sacrificadamente fue discípula en busca de la verdad».

Como Dios es «suma Verdad», ha explicado Blázquez, «humildad es condición para abrazar la verdad, reconocer que el hombre es nada y miseria e invocar con la existencia entera a Dios es el camino de la Verdad. Para este encuentro el hombre necesita volverse al interior de sí mismo y no habitar en la superficialidad y “andar derramado”; y desde su experiencia pregunta Teresa: “¿Puede ser mayor mal que no nos hallemos en nuestra misma casa?” (Moradas Sextas, 9)».

Por eso, ha explicado, «amar a Dios en verdad es entender que todo es vanidad y mentira al margen de la conformidad con su voluntad». Con la luz de Dios Teresa «vio su oscuridad» y «entrando en su interior Dios le mostró su rostro. Santa Teresa de Jesús testificó vigorosamente la verdad».

Podemos suponer, teniendo en cuenta la pasión de Teresa por la verdad, «qué repugnancia le produciría si nos oyera hablar de “postverdad”, es decir, de abandonar la solidez de la verdad para caminar por arenas movedizas y sustituir unos principios por otros, según soplen los vientos». La expresión «fake news», ha destacado el arzobispo de Valladolid, «transmitir noticias falsas con ánimo de contaminar la comunicación y horadar la confianza mutua, es una degradación del respeto que merece la verdad».

La sinoldalidad

«Todos en la Iglesia tenemos algo que enseñar y mucho que aprender», ha expresado el cardenal. «Santa Teresa de Jesús en su vida y escritos atendió con particular docilidad al magisterio de los pastores, al magisterio jerárquico». La unidad de la Iglesia «es inseparable de la verdad del Evangelio».

Papa y obispos, «ministros de esta custodia autorizada de la fe, son también fieles y obedientes a la Palabra de Dios. Repetidas veces Santa Teresa proclama en sus escritos la obediencia inequívoca al magisterio de la Iglesia. Por nada del mundo se alejaría ella de lo que sostiene y enseña la Santa Madre Iglesia a través de sus pastores».

Hay ocasiones en que, a partir de la experiencia viva y penetrante de Dios en su alma, «bendiciendo a Dios porque habita en la Iglesia donde su gracia y verdad se comunican y obedeciendo a quienes ha puesto el Señor para presidirla, su palabra se hace profética para denunciar en nombre del mismo Señor lo que juzga atropellos y para corregirlos fraternalmente según el espíritu del Evangelio».

Concordia eclesial

Además, ha profundizado en que «la experiencia recibida del Señor y la adultez humana se hermanan en Teresa para decir lo que piensa, no por orgullo sino por salud de la Iglesia y servicio apostólico. La experiencia de Dios le confiere conocimiento, autoridad espiritual y valor para defender el Evangelio de las estrecheces indebidas. Deben ser sostenidas simultáneamente, sin ceder una ni ser cercenada otra, la libertad de espíritu y la concordia eclesial».

La comunión en la Iglesia, ha insistido, «no crece a costa de la personalidad adulta de los cristianos. Está dispuesta a morir mil veces por la Verdad de la revelación enseñada por la Iglesia, pero protesta por los abusos a que los cristianos son indebidamente sometidos por quienes tienen poder. La radicación en la verdad, vivir con autenticidad y hablar con sinceridad le otorgan una libertad valiente frente a presiones, halagos y amenazas».

Por todo ello, el cardenal ha concluido expresando que, en nuestro mundo «aparecen alternativas mortales y vitales comunicaciones» y es entonces, cuando «la verdad de Dios y la verdad del hombre se encuentran amigablemente, según Santa Teresa de Jesús».

 



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