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Azcárate: religiosidad en la Institución Libre de Enseñanza, por Alfonso V. Carrascosa, científico del CSIC

Azcárate: religiosidad en la Institución Libre de Enseñanza, por Alfonso V. Carrascosa, científico del CSIC

A Gumersindo de Azcárate (1840-1917), jurista, filósofo, historiador, escritor, político, catedrático y académico, se le tiene por uno de los intelectuales más notables del siglo XX. Fundador junto a otros de la Institución Libre de Enseñanza (ILE) en 1876, y su rector tras la muerte de Francisco Giner de los Ríos en 1915. Fue también vicepresidente de la Junta para Ampliación de Estudios e Investigaciones Científicas desde su creación en 1907. Aunque en la actualidad los laicistas – integrados fundamentalmente por los herederos ideológicos del Frente Popular- le tienen por uno de los suyos, lo cierto es que Azcárate, junto con Giner y otros integrantes de la ILE fueron liberales de origen católicos. Hoy se celebra en Madrid una mesa redonda titulada “Tolerancia en tiempos de indiferencia” acto en su memoria, conmemorando el centenario de su fallecimiento con la presentación de la reedición de su libro “Minuta de un testamento”.

En el magnífico libro de Felipe José de Vicente Algueró, titulado “El catolicismo liberal en España” se alude de manera directa a la religiosidad de Azcárate, religiosidad que, partiendo de un catolicismo cristiano, se va diluyendo en un proceso personal que Azcárate oculta a su primera esposa, católica ferviente, con la que se casó por la Iglesia Católica, canónicamente, y que termina en un credo definido en su “Minuta” como :

“Creo en un Dios personal y providente, al que me considero unido para la obra de la vida, que por esta condición debe revestir el carácter de piadosa, y respecto al cual me reconozco dependiente y subordinado como ser finito, siendo esta intimidad y esta dependencia el doble fundamento en que se asienta la religión…creo que la providencia de Dios alcanza, como su amor, a todos los pueblos y a todas las épocas…la manifestación más alta y más divina de la vida religiosa hasta hoy es la cristiana…en cuanto ofrece al hombre como ideal práctico la vida santa de Jesús, como regla de conducta una moral pura y desinteresada, como ley social el amor y la caridad, como dogma el Sermón de la Montaña, como culto la Oración Dominical”.

Adjetivar de ‘ideal’ la religión cristiana es sólo una muestra de algo que subyace a un planteamiento religioso de este tipo – síntesis del cristianismo y el racionalismo krausista según los expertos – que no es otra cosa que una fe infantil, religioso-natural, y no una fe cristiana adulta, incapaz de hacer frente a la empanada mental en la que naufragó el pensamiento religioso de muchos intelectuales de la época y particularmente los de la ILE. Otros muchos , como Leonardo Torres Quevedo, José Marvá Mayer, Julián Ribera Tarragó, Marcelino Menéndez Pelayo , todos los cuales fueron vocales de la JAE, o republicanos de la talla de Emilio Herrera Linares, por citar algunos, no naufragaron, y fueron académico-científicamente hablando igual o mucho más que Azcárate.

Pero es esta religiosidad subyacente a toda su actividad la que lo desmarca –a él y a muchos de la ILE y contemporáneos de la Edad de Plata- definitivamente de las ideologías ateas del momento que terminaron integrándose en el Frente Popular, y que desencadenaron una persecución contra este tipo de liberales. Es por ello particularmente inadecuado y carente de fundamento científico alguno tender puentes entre los actuales herederos ideológicos del Frente Popular ateos y materialistas, con aquellos intelectuales de la ILE teístas y espiritualistas, por muy políticamente correcto que resulte. Este error es comúnmente cometido en la actualidad por quienes sostienen la línea ideológica denominada “memoria histórica”.

 

 

 

 

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