«He sabido con dolor que hubo víctimas durante las protestas que estallaron en los últimos días en Kazajistán. Rezo por ellos y por sus familias, y espero que la armonía social se restablezca lo antes posible mediante la búsqueda del diálogo, la justicia y el bien común. Encomiendo al pueblo kazajo a la protección de Nuestra Señora, Reina de la Paz de Oziornoje».
En el Ángelus de hoy domingo, 9 de enero, el Papa Francisco, ha rezado y ha pedido la paz para Kazajistán. La antigua república soviética es escenario desde hace unos días de gravísimas revueltas que han dejado al menos medio centenar de muertos —casi la mitad, fuerzas del orden—, cientos de heridos y miles de detenidos. El gobierno del presidente Tokayev ha pedido ayuda a la vecina Rusia, que ya ha enviado tropas. El mandatario kazajo ha autorizado a disparar a matar a los revoltosos, cuya protesta tendría supuestamente un motivo social cuyo detonante habría sido el incremento del precio de los combustibles. El epicentro de la misma es Almaty, diócesis que pastorea el obispo oscense José Luis Mumbiela.
La oración, oxígeno para la vida
En su comentario al evangelio dominical, que narra el bautismo de Jesús por Juan, el Papa ha llamado la atención sobre el hecho de que el Señor, cuando acude al Jordán, no se presenta con ningún milagro ni con una silla para enseñar, sino que se alinea con las demás personas que van a ser bautizadas por Juan. Acude «con el alma y los pies desnudos, humildemente», con el pueblo al que pertenece. Y luego ora.
«Esta es una gran lección para nosotros», ha dicho Francisco. «Todos estamos inmersos en los problemas de la vida y en muchas situaciones intrincadas, llamados a enfrentarnos a momentos difíciles y a elecciones que nos abaten. Pero, si no queremos ser aplastados, tenemos que levantar todo hacia arriba. La oración no es una vía de escape, la oración no es un ritual mágico o una repetición de cánticos aprendidos de memoria. No. Rezar es la manera de dejar que Dios actúe en nosotros, de captar lo que quiere comunicarnos incluso en las situaciones más difíciles, rezando para tener la fuerza de seguir adelante».
«La oración —ha insistido— abre el cielo: da oxígeno a la vida, da aliento incluso en medio de la angustia y nos hace ver las cosas con más amplitud. Sobre todo, nos permite tener la misma experiencia que Jesús en el Jordán: nos hace sentir como hijos amados por el Padre».
Celebrar el bautismo
Francisco ha exhortado a los fieles a celebrar el día de su bautizo, porque el bautismo «es nuestro renacimiento, el momento en que nos convertimos en hijos de Dios con Jesús». «Cuando llegues a casa —si no lo sabes— pregúntale a tu madre, a tu tía o a tus abuelos: “¿Cuándo fui bautizado o bautizada?”, y aprende esa fiesta para celebrarla, para dar gracias al Señor», ha pedido a los presentes en la Plaza de San Pedro.
El Santo Padre, como es costumbre en este día, ha bautizado esta mañana a algunos niños, hijos de empleados del Vaticano. En total, han sido 16 los pequeños que han sido «sumergidos en Cristo».
