«Poner las competencias clave y al alumno en el centro». Así lo ha explicado a ECCLESIA Alfonso Carrasco Rouco, obispo de Lugo y presidente de la Comisión Episcopal para la Educación y la Cultura.
El prelado ha destacado que, por primera vez, la Comisión Episcopal presenta el borrador de lo que serán las competencias específicas, criterios de evaluación y saberes básicos de la asignatura de Religión.
Una propuesta de currículo que pretende enriquecerse con las aportaciones que todos los agentes educativos realicen hasta el 21 de octubre. «Queremos escuchar la experiencia de los expertos y, sobre todo, de los profesores; nos pareció importante a la hora de configurar el currículo».
Este modelo novedoso «responde a los retos actuales. La Iglesia está al servicio de la sociedad actual, en una sociedad plural y diversa, en la que además hay un cambio educativo y un nuevo paradigma que exige un currículo competencial».
—Es la primera vez que se abre este proceso participativo a todos los agentes de la enseñanza.
—En la forma en que lo hemos realizado, probablemente sí. Hemos aprovechado la experiencia en las nuevas tecnologías digitales y hemos procurado involucrar a todos los actores protagonistas del mundo educativo. Escuchar la experiencia de los expertos y, sobre todo, de los profesores, nos pareció importante a la hora de configurar el currículo.
—¿Responde el currículo a los retos actuales dentro del cambio del paradigma educativo?
—Es lo que deseamos. El nuevo paradigma habla de poner la persona y sus competencias clave del alumno en el centro, y nosotros hemos querido dar toda su importancia a esta perspectiva, por corresponder con lo esencial de nuestra posición educativa, que parte de la fe en Cristo como aquel que es para el hombre camino, verdad y vida.
—¿La asignatura responde al currículo competencial sin renunciar a su fuente epistemológica?
—Efectivamente. La Teología es nuestra fuente epistemológica, como inteligencia de la fe en Dios y en Nuestro Señor Jesucristo, en quien la persona descubre su verdad y su libertad, su dignidad y su destino. Con su adaptación a las exigencias pedagógicas toma forma el currículo de la asignatura. La opción competencial no introduce contradicciones con el método y los objetivos de la ERE, sino más bien al contrario.
—El borrador presenta un currículo novedoso, diferente a lo que estábamos acostumbrados. ¿Es una evidencia de que la Iglesia no tiene miedo «a hablar de nada»?
—Quizá no sea una evidencia para todos, pero es la verdad. La fe nos da la audacia de la verdad, de toda la verdad, sin miedo alguno. Y potencia el uso de la razón como corresponde a la escuela. Nosotros deseamos profundizar en la verdad reconocida y amada —en la revelación—, crecer en su conocimiento y comprensión, en libertad, en capacidad de diálogo.
—Queremos estar en la escuela, que es un ámbito civil, «pero sin renunciar a lo que somos», con los elementos propios de la enseñanza religiosa.
—Sí, demostrando con los hechos la dignidad de la ERE, que esta dimensión de la educación debe estar integrada plenamente en la escuela, que pertenece a lo esencial de la formación integral deseada. Sin renunciar a lo propio; porque es lo propio de los alumnos: su conciencia, su familia, el mundo moral y religioso del que provienen. No nos parece razonable educar sin partir sistemáticamente de la realidad de los alumnos, de su identidad, del respeto a su libertad de conciencia y al mundo moral y religioso en que crece cada uno, que es el que sus familias les transmiten y quieren transmitirles.
—El proceso está abierto hasta el 21 de octubre con el fin de enriquecerse y recibir aspectos de mejora.
—En efecto. Sabemos que la propuesta de este borrador es, sin duda alguna, mejorable y deseamos escuchar sugerencias, e igualmente críticas. La participación y el interés de todos nos parece significar ya un enriquecimiento importante, como un instrumento para caminar juntos y sostenernos en las tareas y los retos que a todos plantea la asignatura de Religión y su presencia en los centros educativos.
—Como ya hiciera la Comisión con el Foro sobre el Currículo de Religión, este proceso pasa por ponerse a la escucha de lo que la comunidad educativa tiene que aportar.
—El Foro fue una experiencia muy positiva y queremos continuar por este camino. El currículo se diseña más adecuadamente escuchando la experiencia de la comunidad educativa. En particular, la palabra de quien está cada día desarrollando la programación en medio de sus alumnos, es una aportación de valor singular.
—¿Hay también ese clima de diálogo y escucha con el Ministerio?
—Hemos procurado guardar este clima de diálogo con el Ministerio y, tras alguna dificultad inicial, ha sido posible. Nosotros hemos aprendido y, sin duda, hemos aprovechado lo que nos aportaba el Ministerio. Hemos sido escuchados con cortesía y se nos ha respondido con prontitud, aunque nuestra propuesta de fondo no encontrase acogida en la nueva Ley. El Ministerio ha seguido sin grandes cambios el proyecto político sobre la educación de los grupos de gobierno. Deseamos, en todo caso, continuar por el camino de un diálogo real, que nos parece la actitud más adecuada en la vida cotidiana; pero también el camino para un mayor entendimiento, para mantener viva la idea de un «pacto educativo» que ponga de manifiesto que la educación es cosa de todos, de la sociedad entera, y también nuestra.
—La nueva ministra, Pilar Alegría, aseguró que la asignatura de Religión no será evaluable ni tendrá alternativa, pero se impartirá dentro del horario escolar. ¿Es un avance o un retroceso?
—No es un avance ciertamente. La asignatura será evaluable, pero no computable para las medias, y esto es un retroceso con respecto a la situación actual. Nos parece también poco coherente con la importancia que se da a esta dimensión específicamente humana de la educación en la descripción de las competencias clave de la UE, que es también la de la LOMLOE. No existirá una asignatura «alternativa», y eso es también un retroceso; aunque alguna programación concreta ha de ser necesariamente ofrecida a quien no escoja Religión. Que se imparta en horario escolar es muy correcto y corresponde con la consideración de la asignatura como semejante a todas las troncales, según dice nuestro marco legal. Lamentamos la reducción de hora que se plantea, particularmente en Primaria, cuando hubiera sido posible mantener la regulación de la LOE, ley que está a la base de ésta. En todo caso, la determinación final de los horarios dependerá también de las comunidades autónomas.
