Adviento con Santa Teresa de Jesús; II Martes de Adviento (9-12-2014),por Ángel Moreno de Buenafuente
La liturgia de la Palabra del II Martes de Adviento es Is 40, 1-11; Sal 95; Mt 18, 12-14.
El poder de Dios
Cuando nos encontramos con expresiones bíblicas que aluden al poder y a la fuerza, es posible que nos brote la resistencia, porque interpretamos los términos desde una cultura violenta, prepotente, dominadora y posesiva, y ante alguien que intenta dominarnos nos rebelamos, y surge la sospecha sobre todo gesto, por amable que sea, porque lo interpretamos como estrategia invasiva.
El profeta Isaías anuncia la llegada del Señor y lo hace refiriéndose explícitamente a la fuerza y al poder: “Súbete a un monte elevado, heraldo de Sión; alza fuerte la voz, heraldo de Jerusalén; álzala, no temas, di a las ciudades de Judá: «Aquí está vuestro Dios. Mirad, el Señor Dios llega con poder, y su brazo manda” (Is 40, 9).
El salmista, en el mismo contexto cultural que el profeta, reitera la imagen regia del Señor que viene: “Vitoreen los campos y cuanto hay en ellos, aclamen los árboles del bosque, delante del Señor, que ya llega, ya llega a regir la tierra” (Sal 95).
Pero si leemos los textos a la luz del Evangelio, nos sorprenderemos ante la imagen que toma san Mateo para anunciar al Señor: “Vuestro Padre del cielo no quiere que se pierda ni uno de estos pequeños” (Mt 18, 14), y acude a la figura del pastor bueno.
El Pastor bueno
Santa Teresa de Jesús recurre a la ternura entrañable del Buen Pastor, a la hora de adentrarse en las moradas del castillo interior: “Visto ya el gran Rey, que está en la morada de este castillo, su buena voluntad, por su gran misericordia, quiérelos tornar a él y, como buen pastor, con un silbo tan suave, que aun casi ellos mismos no le entienden, hace que conozcan su voz y que no anden tan perdidos, sino que se tornen a su morada. Y tiene tanta fuerza este silbo del pastor, que desamparan las cosas exteriores en que estaban enajenados y métense en el castillo” (Moradas IV, 3, 2).
Y la escritora mística se mueve a plasmar la semblanza de Jesús como Pastor en uno de sus versos: “¿No ves que gana renombre de pastor de gran rebaño? – Con todo, es cosa muy fuerte que muera Dios Soberano” (Poesías 11)
Ante la revelación evangélica y la experiencia contemplativa, sin duda, no te resistirás a esperar con alegría la llegada del Señor.

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