Santa María Magdalena, por fray Gregorio Cortázar Vinuesa, OCD
1. María de Betania, la pecadora convertida
Cuando sale a la luz el Evangelio según san Juan –el último de los cuatro Evangelios en salir–, se sabía ya por san Lucas que una mujer anónima, pecadora pública, en casa de un fariseo, había ungido los pies de Jesús con perfume y los había enjugado con sus cabellos (cf Lc 7, 36?50), y que en una aldea una tal Marta lo había recibido en su casa, y que su hermana María, sentada a los pies del Señor, había escuchado su palabra (cf Lc 10, 38?42); y se sabía por san Mateo y san Marcos que una mujer anónima, en Betania, en casa de Simón el leproso, estando Jesús a la mesa, había derramado perfume de gran precio sobre su cabeza (cf Mt 26, 6?7; Mc 14, 3).
MORADAS SEXTAS
Capítulo 4
Trata de cuando suspende Dios el alma en la oración con arrobamiento o éxtasis o rapto, que todo es uno a mi parecer (1)[1], y cómo es menester gran ánimo para recibir tan grandes mercedes de su Majestad.
Rosario gozoso. Música: «¡Qué detalle!», de F. M. Viejo
Cf San Juan Pablo II, Audiencia general 7-12-1981;
Santa María Magdalena
Reflexión sobre Santa María Magdalena, por fray Gregorio Cortázar Vinuesa, OCD
I. María de Betania, la pecadora convertida
Cuando sale a la luz el Evangelio según san Juan –el último de los cuatro Evangelios en salir–, se sabía ya por san Lucas que una mujer anónima, pecadora pública, en casa de un fariseo, había ungido…
Trabajo recopilado por fray Gregorio Cortázar Vinuesa, OCD
BibJer2ed (en)
Benedicto XVI, Ángelus 22-8-2010 (ge hr sp fr en it po)
Pío XII, Carta Encíclica Ad caeli reginam 11-10-1954 (sp en it lt po)
Juan Pablo II, Audiencia general 23-7-1997 (sp fr en it po):
«1. La devoción popular invoca a María como Reina. El Concilio, después de recordar la asunción de la Virgen "en cuerpo y alma a la gloria del cielo", explica que fue "elevada (...) por el Señor como Reina del universo, para ser conformada más plenamente a su Hijo, Señor de los señores (cf Ap 19, 16) y vencedor del pecado y de la muerte" (Lumen gentium, 59).