Mientras preparaba esta sencilla presentación como nuevo director de ECCLESIA recordé las palabras que el papa Francisco dirigió hace unas semanas a una delegación del Celta de Vigo, que lo visitaba en plena celebración de su centenario. Habló a jugadores y directivos acostumbrados a moverse en sueldos de seis cifras de las raíces de los pueblos, en el caso del gallego, dijo, abierto a los peregrinos y siempre dispuesto a dejarlo todo para afrontar las más altas empresas. Altas empresas como sacar adelante a la familia desde el extranjero o en alta mar.
Y porque las raíces son importantes y me debo a vosotros, queridos lectores, lo primero es presentarme. Soy hijo de Moncho y Amparo, marido de Beatriz y padre de Rita, Mauro y Bosco. Gallego —ahora entienden la referencia del inicio—, de Marín, una villa marinera que me vio crecer en la fe, en la parroquia Santa María del Puerto —en su despacho vi por primera vez esta publicación— y en el colegio Inmaculada Concepción de las Hijas de la Caridad, y en el gusto por el periodismo. La radio, la COPE, estaba encendida desde primera hora hasta que vencía, tarde, el sueño, y los periódicos siempre tenían hueco en casa. Igual que los libros. Como buen gallego, pronto dejé atrás el terruño para aterrizar en Madrid. Es la tierra de acogida, también mi tierra, donde he crecido personal y profesionalmente. Son muchos los nombres que me han ayudado hasta llegar aquí, donde vengo a servir.
Afronto esta nueva tarea volviendo a las raíces, en este caso, a las de la revista ECCLESIA. Una publicación que lleva más de 80 años contando la vida de la Iglesia y llevando la propuesta del Evangelio a todos los rincones. En sus páginas hay un concilio histórico, el Vaticano II, la transición a la democracia de nuestro país y siete Papas, algunos de ellos santos. Son muchos los que han ayudado a construir ECCLESIA. En este punto, no cabe otra opción que hacer memoria y agradecer a los que desempeñaron antes esta tarea por hacer crecer el proyecto, por su compromiso y profesionalidad. Figuras de la talla de Jesús Iribarren o Antonio Montero. En especial, a quienes recientemente la lideraron. A Silvia Rozas, que dio un gran impulso a la publicación, y a Sara de la Torre, que en los últimos meses guio la revista.
El agradecimiento se extiende a la Conferencia Episcopal Española, que ha confiado en un servidor, en concreto, a la Comisión Episcopal para las Comunicaciones Sociales, con su presidente, José Manuel Lorca Planes, a la cabeza.
Vuelvo al discurso del Papa que citaba al inicio para señalar algunas actitudes que serán importantes en este proyecto: vencer desde la humildad, trabajar en equipo —porque cuando no se hace «pierden todos»— y entregarse con generosidad, sin ahorrar esfuerzos. Otra idea central, también de Francisco, es el vínculo de la profesión periodística con la parábola del buen samaritano. Sí, hay relación. Porque la tarea del comunicador es aproximarse a realidades concretas para dar cuenta de ellas. En función de cómo se haga, la información será veraz, integradora y bella o no lo será. Si es así, dará, además, testimonio en una sociedad en la que domina el insulto, la mentira, los intereses particulares y la división. Como decía Benedicto XVI, la comunicación debe defender a la persona y respetar la dignidad humana, sobre todo, la de los últimos. También tiene que ser cauce de comunión hacia dentro y hacia fuera.
Nos encontraremos aquí para iluminar los problemas de hoy con la luz de la doctrina social de la Iglesia, para contar la belleza de la familia, la del padre y la madre que se desviven por sus hijos o la de los abuelos cuyas arrugas son la impresión de una vida de entrega. O la de tantas personas que siguen dejándolo todo para servir a los más pobres en la misión o en nuestras ciudades, dedicarse a la pastoral en una parroquia de barrio, formar a las futuras generaciones o sostener con la oración desde la clausura a la Iglesia. Como dicen en las rías gallegas, así me lo deseó un buen amigo periodista y referente, que tengamos buenos vientos. Con la ayuda de Dios, que guía esta barca.