Patricio Larrosa fue el primer misionero de la diócesis de Guadix en llegar a Tegucigalpa (Honduras) hace ya 20 años. Inauguraba así la misión diocesana de esta diócesis y ahora es párroco de la Iglesia de San José Obrero, con unos 100.000 habitantes, que abarca doce sectores, como los llaman en Honduras, y sus respectivos templos. En todos estos lugares se celebraba misa todos los fines de semana, con gran cantidad de movimientos. A los seis meses llegó el sacerdote Ramón Martínez Pérez a esta misión diocesana de Guadix.Una de las bazas más importantes con las que contó Patricio desde el principio fue la presencia de seglares, muy preparados y que asumieron la responsabilidad de la zona a la que pertenecen. Tras hacerse cargo Ramón de la Pastoral Social (sanitaria), Patricio asumió las guarderías que llevaba Ramón. Con unos acólitos que colaboraron con él buscaron ayuda en España para que los niños estudiaran. Sara, Marlon, Denis, Marco, fueron los primeros. Eran las becas con las que se les ayudaba a estudiar. Pronto, en España, la labor de Patricio también comenzó a contar con colaboradores como Ana y Antonio, un matrimonio de Huénela -de donde es oriundo Patricio-. No tardaron en llegar contenedores con ayuda humanitaria.
En Huéscar, varias personas buscaron fondos para mantener las guarderías. También hubo personas que comenzaron a visitar los lugares de Misión de Patricio, Ramón y José Luis López Martínez, otro sacerdote que se sumó a esta misión diocesana.
Algunos jóvenes hondureños que comenzaron recibiendo ayuda han terminado ayudando desde la Parroquia. Es el caso de Marlon -que es licenciado en Psicología- y de Denis -que ha terminado un máster de colaboración-. Estos mismos jóvenes hondureños dedican las mañanas a trabajar por los demás, sacando de la pobreza a otros. También están al frente de las guarderías, las escuelas y los centros de atención a jóvenes con riesgo social. Son jóvenes que han sido ayudados y que han aprendido a ayudar.

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