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Las siete palabras. Música: «Stábat Máter»

LAS SIETE PALABRAS. Música: «Stábat Máter»

 

          Cuanto_en vida nos amabas, / en la cruz lo confirmabas. / Siete luces, oh Jesús:

                   O bien:

          Cruz del Hijo_y de la Madre. / Cruz que nos retorna_al Padre. / Siete luces, oh Jesús:

  1. En la cruz te son presentes / los pecados aun ausentes, / ¡oh del mundo_el Redentor! / Ves el mal, y_a nadie_acusas, / oh Jesús, tú todo_excusas: / «Padre,_ignoran, da_el perdón».
  1. Un ladrón, en cruz contigo, / que te ve cual Dios-Amigo, / te rogó_en tu Reino_estar. / Oh cuán justa confianza; / nos amaste, Dios del alma, / y tu Reino_anhelas dar.
  1. De todo_hombre Cristo dijo: / «Oh Mujer, he_ahí tu hijo; / a tu_amor lo_entrego yo». / Y_a todo_hombre Cristo habla: / «Es tu Madre, Toda Santa; / ámala cual la_amo yo».
  1. En dolor y_en abandono / bien compensas todo_encono / del pecado_y de su_horror. / Oh Jesús, te_observa_el Padre / complacido; ¡cuál te_invade / el Espíritu de_Amor!
  1. En Sicar, Jesús, el agua… / –sed de la samaritana–; / sed, en cruz, también de_amor. / Sed del don de_amor del alma, / cual nos pide Dios sin pausa / ¡para ti, oh Redentor!
  1. Para_el Padre tú viviste, / oh Jesús, y siempre fuiste / de su_amor testigo fiel. / Tu sin par misión cumplida / nos otorgue ser en vida / de tu_amor imagen fiel.
  1. A tu Padre,_oh Hijo_amado, / alma_y cuerpo_has confiado: / cierto de resucitar. / Cual Cabeza, que_eres nuestra, / en tu muerte das la nuestra, / y nos resucitarás.

         NOTA

         «Cruz que nos retorna al Padre». Cf San Juan Pablo II, Homilía 27-4-1980: «Miremos hacia la cruz, en la que se ha realizado el misterio del divino “legado” y de la divina “heredad”. Dios, que había creado el hombre, después del pecado del hombre, restituyó ese hombre, cada hombre y todos los hombres, de modo particular a su Hijo. Cuando el Hijo subió a la cruz, cuando en ella ofreció su sacrificio…, aceptó y abrazó con su sacrificio y con su amor al hombre, a cada uno de los hombres y a todos…, y simultáneamente lo confió a Dios, Creador y Padre… En la cruz se hizo “nuestra Pascua” (1Co 5, 7): Nos ha devuelto a cada uno y a todos… a aquel que nos había creado a su imagen y semejanza y que, a imagen y semejanza de su propio Hijo eterno, nos ha predestinado “a la adopción de hijos suyos por Jesucristo” (Ef 1, 5)… La resurrección se ha convertido en la confirmación de su victoria: victoria del amor del Buen Pastor, que dice: “Ellas me siguen, y yo les doy la vida eterna, y no perecerán eternamente, y nadie las arrebatará de mi mano” (Jn 10, 27-28)».

         «Tu Reino anhelas dar». Cf Homilía 22-11-1981: «¡Cuánto desea el Buen Pastor decir un día a todos: “Venid, benditos de mi Padre; heredad el Reino”! ¡Cuánto desea encontrar, al finalizar la historia, a aquellos a los que podrá decir: “Tuve hambre, y me disteis de comer; tuve sed, y me disteis de beber; fui forastero, y me hospedasteis; estuve desnudo, y me vestisteis; enfermo, y me visitasteis; en la cárcel, y vinisteis a verme”! (Mt 25, 35-36)»; Homilía de beatificación de Teresa de los Andes, Santiago de Chile, 3-4-1987: «Movidos por la fe, la esperanza y el amor, caminamos como peregrinos hacia Dios, que es el Amor, y nuestra alma se llena de gozo al comprobar que esta peregrinación espiritual tiene su corona en la gloria, a la que Cristo nuestro Señor desea conducirnos a todos».

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