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Católicos y científicos: Ezequiel Solana Ramírez, por Alfonso V. Carrascosa, científico del CSIC

Católicos y científicos: Ezequiel Solana Ramírez, por Alfonso V. Carrascosa, científico del CSIC

Ezequiel Solana Ramírez nació el 10 de abril de 1863 en Villarijo, que por entonces tenía 32 vecinos, 130 habitantes y una “escuela de instrucción primaria frecuentada por doce alumnos a cargo de un maestro dotado con 25 fanegas de trigo”, según consta en el Diccionario Geográfico-Estadístico-Histórico que trece años antes de su nacimiento realizara Pascual Madoz. Estudió Latín con profesor particular debido al desahogo económico de sus padres. Publicista, humanista, poeta, pero sobre todo pedagogo, y católico practicante.

Obtuvo el título de maestro superior en la Escuela Normal de Maestros de Soria, con dieciséis años, donde había llegado becado por la Diputación Provincial, con beca que fue convocada con motivo de la boda entre Alfonso XII y su primera mujer, María de las Mercedes. Formó parte de las primeras hornadas del regeneracionismo español, ese que desde todas las perspectivas políticas, ideológicas y religiosas buscaba engrandecer España, y al que la actual historiografía laicista no dedica una línea cuando se trata, como es el caso, de un renovador y modernizador de la enseñanza sin renunciar a su fe católica y a la religión en la escuela. En su artículo “Un pedagogo en el olvido”, Juana Hernández Crespo (Celtiberia, 2002) le describe como “un hombre único, inconfundible, de una personalidad tan destacada y original difícil de describir. Todo era en él exacto y genuino: hasta su misma fisonomía y porte agradable. Era pulcro, de fino rostro y cuidada barba, de mirada dulce y suave que reflejaba paz…”.

Sería en Zaragoza donde Ezequiel Solana comenzaría a estudiar Filosofía y Letras y dirigiría la revista El Magisterio Aragonés. Con el traslado a Madrid, proseguiría sus estudios universitarios, al tiempo que dirigiría la Escuela número 1 de Madrid. Fundó la editorial todavía abierta de El Magisterio Español, junto con Victoriano Ascarza, editorial dedicada a la pedagogía y la enseñanza, con una mentalidad moderna siempre al servicio de aquellos formadores que preparan a niños y jóvenes en la adquisición de principios y valores que les permitirán interesarse y transformar su entorno sociocultural. Desde 1885 sería coproprietario de la revista El Magisterio Español, que dirigió hasta su muerte. No obstante el desconocimiento sobre su persona, tiene calle en Madrid, y son nietos suyos Luis y Javier Solana Madariaga, este último que fuera ministro y presidente de la OTAN. Ezequiel Solana siempre ejercería de maestro debido a su fuerte vocación, primero en Calatayud, luego en Zaragoza y finalmente en Madrid.

En 1908 recibió una beca de la Junta para Ampliación de Estudios (JAE) para estudiar la “Organización pedagógica de las Escuelas primarias de Francia, Suiza y Bélgica” con el propósito de “…implantar estos adelantos en mi Escuela de Madrid y en la medida de mis fuerzas difundirlo por toda España”, según sus propias palabras. Esto es una prueba fehaciente de que la renovación pedagógica de la Edad de Plata no fue obra exclusiva de los laicistas de la Institución Libre de Enseñanza. En una segunda beca de la JAE visitó la Exposición de enseñanza Primaria de Bruselas, y en una tercera en 1914 profundizó en el estudio de las Mutualidades Escolares, de las que ya había hablado en conferencias dadas en España cuyo contenido ya se había encargado de divulgar la Sociedad Española de Pedagogía en un folleto que repartía entre los directores de las escuelas normales, folleto que llevó a Amalio Gimeno a instaurarlas en España en julio de 1911, como bien se recoge en el libro “Innovadores de la Educación en España: becarios de la Junta para Ampliación de Estudios” de Teresa Marín Eced.

Ezequiel Solana escribió 63 libros, y es incluido en la “Historia de la educación en España y América del también científico católico Bernabé Bartolomé Martínez (1994), director de la tesis de Juana Hernández Romero de la que hemos tomado lo sustancial del presente artículo.  Algunas de las obras de Solana fueron:

  • Cervantes educador (1900)
  • El trabajo manual en las escuelas primarias (1903)
  • Curso completo de pedagogía (1920)
  • Vida y fortuna o arte de bien vivir: páginas dedicadas a los obreros (1925)
  • Las memorias de Pepito: Cuartillas de un escolar, corregidas por su maestro (1926)
  • Invenciones e inventores (1948)
  • Lecciones de cosas (1963)

Sus “Fábulas Educativas” (1949) alcanzaron más de 11 ediciones con las que estudiaron muchos españoles a los que Solana quiso inculcar valores tales como la verdad, la virtud, las lecturas, la educación…valores que venían recogidos en un índice para facilitar su localización.

Con motivo de su jubilación, el 4-9-1923, el periódico La Voz de Soria, que dirigía otro eminente soriano, Mariano Granados, le dedicaba una columna diciendo que figuraba como una de las personas de más relieve en el Magisterio Nacional. “Hombre de inteligencia despierta y gran tenacidad de espíritu, hombre todo corazón y bondad, hombre que reúne las mejores virtudes de maestro, ha llegado a ser el maestro más popular de nuestros tiempos y a quien más debe la Pedagogía española (…) Don Ezequiel Solana es un soriano ilustre que honra a la provincia de Soria y al Magisterio Nacional y nos sirve de orgullo dedicarle hoy el homenaje de nuestras mejores simpatías”. Este testimonio demuestra la relevancia del personaje ¿Por qué entonces no se le conoce apenas o no se le presta atención en las exposiciones sobre pedagogía de la Edad de Plata? La clave nos la da que tras recorrer por Europa visitando las mejores escuelas francesas, italianas, suizas, holandesas, suecas, etc., para conocer con detalle sus métodos e incorporarlos a nuestro país, promovió la denominada pedagogía experimental, pero inspirado por la escuela filosófica espiritualista de Rosmini. El fundamento doctrinal de su obra fue la filosofía escolástica. Solana no escatimó tiempo en estudiar a fondo todos los libros de pedagogía. Y claro, esto ha hecho que no se hable de él, porque para algunos no se puede hablar de alguien que no renegase del catolicismo para mejorar la enseñanza.

El colectivo Maestros escribiría sobre él “La elevada personalidad de Solana se veía reflejada en sus obras que elaboradas siguiendo la corriente filosófica ‘espiritualista’ de Rosminí que hace de Dios el módulo de la vida y el ideal de la pedagogía, vertió sus enseñanzas con acierto y entusiasmo en los normalistas y maestros de la época…Nos gusta la Pedagogía de Solana, pero nos gustan todavía más sus libros de lectura porque son: formativos, escritos con sencillez y claridad constituyendo un material didáctico útil que ayuda eficazmente al maestro educador. Demuestran el saber del autor respecto a la naturaleza infantil; sus posibilidades, tendencias, hábitos, virtudes, vicios; …y para ellos realizó su obra intercalando imágenes bellas y rasgos interesantes dirigidos al corazón, de ahí su inmortalidad“ (Bernal,E. 1963, 207). Solana dio innumerables charlas a profesores por ser requerido en multitud de foros.

El testimonio de otro grande de la pedagogía católica española contemporánea del que ya hablaremos en otra ocasión, Víctor García de la Hoz, dice “Un hombre que siendo ‘Maestro’ actuó al modo de quilla de un barco, conduciendo a los maestros por los caminos de una educación basada en los fundamentos científicos que en aquella época se hallaban a mano”. (GARCÍA HOZ, V.: (1963). Ezequiel Solana Pedagogo. Revista Escuela Española. Madrid. Ed. Escuela Española, pág. 204). También apuntó sobre Solana : “la valía y fecundidad de su trabajo, así como acendrado sentido de fidelidad al pensamiento de la Iglesia y aún al ‘modo’ de las empresas cristianas que, celosas de su libertad como empresas privadas, sirven al Estado en lugar de servirse de él “. (García Hoz,V. 1963. Ezequiel Solana…. op. cit.).

Los grandes pedagogos ya tratados aquí en Ecclesia como Andrés Manjón, Rufino Blanco  o Bernabé Bartolomé reconocieron su importante labor. También Cossío, de la Institución Libre de Enseñanza, reconoció la importante figura pedagógica de Solana, algo que no hacen los que ensalzan la figura de Cossío hasta la náusea, haciendo creer a la gente que en avances pedagógicos solo la ILE hizo algo destacable, cuando lo cierto científicamente hablando es que la enseñanza en España mejoró gracias a muchos, incluídos los católicos favorecedores de impartir religión en la escuela, como Solana.

Pero para remate de lo anecdótico, este pedagogo católico escribió el primer libro dedicado a la superconocida en la actualidad Fiesta del Árbol, de título homónimo “La Fiesta del Árbol” (1927). En el libro se recoge la historia de esta fiesta, y se sitúa su primera celebración en 1805 PROMOVIDA POR EL CURA CATÓLICO RAMÓN VACAS ROXO EN VILLANUEVA DE LA SIERRA UN MARTES DE CARNAVAL. Cien años después un Real Decreto de 11 de mayo de 1904 establecía la Fiesta del Árbol en España, obligando a los ayuntamientos, junto a los maestros y cura del pueblo a promocionar dicha celebración, plantando árboles en zonas húmedas, fundamentalmente por alumnos, ya que ellos serían en el futuro los mayores beneficiarios de tal actividad. Precisamente este 2017 la Fiesta del Árbol en Villanueva de la Sierra (Cáceres) ha sido declarada Bien de Interés Cultural con carácter de Bien Inmaterial en el Diario Oficial de Extremadura (DOE).

Don Ezequiel falleció en Madrid, en 1931.

La Iglesia Católica ha creado el sistema educativo occidental, y sus miembros han contribuido a su desarrollo y modernización hasta nuestros días, demostrando además que para todo ello no hace falta renunciar a la formación cristiana de las personas. La existencia de colegios confesionales y universidades católicas es buena prueba de ello.

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